Fogueado como Jefe de Estado Mayor Operativo durante la anexión y guerra de Santo Domingo (República Dominicana, 1861-1865), Weyler fue un práctico de la contrainsurgencia (COIN), contra carlistas en la Península y contra nacionalistas cubanos y filipinos. John Tone, Guerra y genocidio en Cuba 1895-1898 (Madrid: Turner/Armas y Letras: 2008), como ya se ha señaló aquí, ha fijado el cánon documentado para la interpretación del personaje en su contexto. Los análisis de Weyler antecedían, acompañaban y seguían a sus acciones, como corresponde a un militar cabal en pleno ejercicio profesional: lo que aprendía, lo aplicaba y luego criticaba lo aprendido para mejorar. Cuando se le creó Duque de Rubí en 1920 en recompensa por su victoria 24 años antes contra Antonio Maceo, pudo responder a un petimetre noble por herencia: "Mi nobleza empieza en mí mismo".
Estos son tiempos en que las guerras son "híbridas" -¿cuándo no lo han sido?- y se califican, con bastante rigor, como "postmodernos" los cambios culturales que exigen de militares y de civiles en la gestión de la Seguridad y la Defensa. Afirmo que el ejemplo de Weyler debe ser puesto en valor, sin ningún miedo. Y para ello no hay que avergonzarse de los "Cazadores de Valmaseda"; antes al contrario, hay que aprovechar las lecciones que su trayectoria nos proporcionan.
Los "Cazadores de Valmaseda", tropa profesional o mercenaria -elíjase la calificación- de Infantería Montada o Guerrilla de Caballería, adquirieron justa fama de despiadados entre 1868 y 1878. Se adaptaron a las capacidades de sus adversarios, superándolas. Si estos aplicaban políticas de tierra quemada, ellos hacían lo propio. Pero también se dedicaron, qué casualidad, a proteger puestos de socorro, a cubrir la reconstrucción de caminos y puentes, a asegurar vidas y haciendas. Lo que Weyler aprendió al mandarlos se aplicó universalmente en Filipinas, en contra la carlistada del 74 y, reiteradamente, en Cuba durante su último Mando operativo en 1895-1897. Si les place, para ampliación en general, échen un vistazo al ensayo de 1997 Weyler, nuestro hombre en La Habana, de Cardona y Losada.
De lo conversado telefónicamente, repito, sale esta nota que pretende promover el que, caso de necesidad, las capacidades de los "Cazadores de Valmaseda" y aún la denominación deben ser recuperadas. Y no importa sobre qué trópicos y sobre qué caminos deban ser empleados. Mañana, en esta "harka", habrá un comentario más general sobre Ayuda Humanitaria y Asistencia a Españoles en el Extranjero...
Gracias a Güicho Crónico, por el grabado de la Guerra de Cuba que inserto mientras que recomiendo esta página sobre las Lomas de San Juan, con fotos de 1898 y de hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario