11/30/2008

Weyler y los Cazadores de Valmaseda, hace mucho tiempo, mucho tiempo atrás y hoy


Una larga conversación telefónica me da pie para recuperar noticia de la existencia hace 140 años de los temibles "Cazadores de Valmaseda" -Balmaseda, también y en vascuence- y de su jefe, el odiado Weyler.

Ya muy anciano, Weyler fue el único militar que levantó la voz contra el golpe de Primo de Rivera (y Cambó) hace 85 años, en 1923. Endurecido liberal, juzgó que aquello liquidaba, como liquidó, la legitimidad de las instituciones de la monarquía constitucional. Sin legitimidad, la cirugía de hierro aplicada sólo agravó las afecciones y abrió nuevas vías de vulnerabilidad...

Fogueado como Jefe de Estado Mayor Operativo durante la anexión y guerra de Santo Domingo (República Dominicana, 1861-1865), Weyler fue un práctico de la contrainsurgencia (COIN), contra carlistas en la Península y contra nacionalistas cubanos y filipinos. John Tone, Guerra y genocidio en Cuba 1895-1898 (Madrid: Turner/Armas y Letras: 2008), como ya se ha señaló aquí, ha fijado el cánon documentado para la interpretación del personaje en su contexto. Los análisis de Weyler antecedían, acompañaban y seguían a sus acciones, como corresponde a un militar cabal en pleno ejercicio profesional: lo que aprendía, lo aplicaba y luego criticaba lo aprendido para mejorar. Cuando se le creó Duque de Rubí en 1920 en recompensa por su victoria 24 años antes contra Antonio Maceo, pudo responder a un petimetre noble por herencia: "Mi nobleza empieza en mí mismo".

Estos son tiempos en que las guerras son "híbridas" -¿cuándo no lo han sido?- y se califican, con bastante rigor, como "postmodernos" los cambios culturales que exigen de militares y de civiles en la gestión de la Seguridad y la Defensa. Afirmo que el ejemplo de Weyler debe ser puesto en valor, sin ningún miedo. Y para ello no hay que avergonzarse de los "Cazadores de Valmaseda"; antes al contrario, hay que aprovechar las lecciones que su trayectoria nos proporcionan.

Los "Cazadores de Valmaseda", tropa profesional o mercenaria -elíjase la calificación- de Infantería Montada o Guerrilla de Caballería, adquirieron justa fama de despiadados entre 1868 y 1878. Se adaptaron a las capacidades de sus adversarios, superándolas. Si estos aplicaban políticas de tierra quemada, ellos hacían lo propio. Pero también se dedicaron, qué casualidad, a proteger puestos de socorro, a cubrir la reconstrucción de caminos y puentes, a asegurar vidas y haciendas. Lo que Weyler aprendió al mandarlos se aplicó universalmente en Filipinas, en contra la carlistada del 74 y, reiteradamente, en Cuba durante su último Mando operativo en 1895-1897. Si les place, para ampliación en general, échen un vistazo al ensayo de 1997 Weyler, nuestro hombre en La Habana, de Cardona y Losada.

De lo conversado telefónicamente, repito, sale esta nota que pretende promover el que, caso de necesidad, las capacidades de los "Cazadores de Valmaseda" y aún la denominación deben ser recuperadas. Y no importa sobre qué trópicos y sobre qué caminos deban ser empleados. Mañana, en esta "harka", habrá un comentario más general sobre Ayuda Humanitaria y Asistencia a Españoles en el Extranjero...

Gracias a Güicho Crónico, por el grabado de la Guerra de Cuba que inserto mientras que recomiendo esta página sobre las Lomas de San Juan, con fotos de 1898 y de hoy.

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