7/26/2007

Gordon en Jartúm, Castelar en Herat y Arsenio en la COPE


Respecto de las guerras irregulares, asimétricas e insidiosas, enseña Galula en la página 84 de su Counterinsurgency Warfare. Theory and Practice (1964, reedición de 2005) que en “la transición desde la paz a la guerra es muy gradual, el problema nunca está claro, el objetivo es la población, las acciones políticas y militares no pueden ser separadas y la acción militar –a pesar de ser esencial- no puede ser la forma principal de actuación”.

Todos los lectores de Gordon en Jartum, bello ensayo biográfico de Lytton Strachey –un mariquita de Bloomsbuy- sabemos que entre la muerte de aquel privateer en 1885 y la definitiva derrota del Mahdi en la batalla de Omdurman transcurrieron más de trece años.

Churchill, en su ensayo sobre dicha batalla The River War: An Historical Account of The Reconquest of the Soudan, 2 Vols., (London: Longmans, Green, 1899) no cayó en la acostumbrada apología del choque armado en si. Antes al contrario, diseccionó todos los componentes de aquella campaña regular, antecedida y seguida como fue por acciones políticas tanto en el interior del Reino Unido como sobre el propio terreno del Sudán anglo-egipcio.

Roy Jenkins, en su memorable biografía -no siempre bien leída- sobre el aquel alférez del Imperio describe cómo el joven Churchill no se privó de buscarse problemas con Lord Kitchener por sus críticas; esas impertinencias -"puede que sea un general, pero jamás será un caballero"- serían útiles mucho tiempo después… cuando la gran guerra se produjo en 1914 y Kitchener le demostró que sí era un verdadero caballero… cuando la continuación de esa gran guerra en 1939 permitió que el Imperio británico conociera su mejor hora… la de sus gentes empeñadas en mantener la democracia frente al terror.

La campaña de “pacificación” del Sudán creado a la sombra del Madhi no terminó realmente hasta 1921, cuando se batió finalmente al llamado Mad Mullah, inspirado por el ejemplo y la doctrina de aquel del que incluyo la foto de su fortaleza en Thalé, actual Somalia.

No por casualidad, Bin Laden obtuvo apoyo del régimen islamista de Sudán. No por casualidad, Al Qaeda tiene fijados objetivos y fuerzas en torno a Sudán, sobre el río Nilo, acceso a El Cairo y Suez, acceso a Etiopia y Somalia, acceso al Gran Sahara y al Centro de África.

En España estas cosas no parecen importar hoy…

Pero al menos, permítasenos recomendar desde este minarete personal el artículo que el ya entonces ex presidente de la I República, Emilio Castelar escribiera para La Ilustración Española y Americana, titulado La suerte de Gordon.

No tiene pérdida su análisis en ninguno de los aspectos que toca. Así, su valoración de la posición geoestratégica e histórica de Herat en Afganistán es deslumbradora, sobre todo si la relaciona como hace con los movimientos islamistas en el Sudán para 1885. También lo es al relatar cómo la suerte de un privateer –contratista militar privado, PMC hoy- depende a la postre de los poderes públicos… calculando los efectos correspondientes, los británicos se tomaron su tiempo antes de vengar la muerte de Gordon como pedían los publicistas más belicosos, supuestamente más patrióticos.

Nuestros coetáneos celtíberos neocon, y otros, deberían aprender de todo esto esta simple lección: todo pasado es presente.

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Para comparación, Arsenio por compasión en la COPE: la entrevista

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