Del ensayo de Michael S. Neiberg sobre la Primera Guerra Mundial ya anotado en este minarete personal surgen varias lecciones, que no conclusiones:
- Todos los planes militares y políticos previos a la apertura de hostilidades en agosto de 1914, o fracasaron, o tuvieron que adaptarse de un modo radical para ir afrontando el conflicto.
- En el transcurso de toda la guerra, ninguna ventaja táctica logró superar los condicionantes operacionales y estratégicos en evolución.
- La carnicería en el llamado Frente Occidental –del que serían subsidiarios el frente abierto transitoriamente en Gallipolli y el sangriento frente subalpino italiano- no conoció vías para su solución hasta que no se produjo la definitiva quiebra de Rusia en el llamado Frente Oriental y la de Turquía en sus no menos orientales frentes en 1917-1918. Llama la atención el hecho de que todas las zonas de fricción bélica entre los imperios ruso y turco, y entre éste último y los Aliados occidentales, sigan siendo foco de conflicto. Así, los combates en Suez, Arabia, Palestina, Mesopotamia e incluso Irán, donde todos los beligerantes se enfrentaron irregular, diplomática y secundariamente; también, los combates de particular importancia hoy (*) en el Caúcaso, con una primera intervención alemana en 1918 que fijó objetivos estratégicos vigentes en el plan inicial de la ofensiva del verano de 1942 que llevó a Stalingrado... camino del petróleo de Bakú, quien sabe si de Irak, si de Irán.
- La entrada de EE.UU. en guerra tampoco supuso ningún cambio fundamental en la evolución operacional y estratégica de la guerra.
- Los métodos concebidos para lograr un determinado fin táctico –al margen de sus consecuencias operacionales y estratégicas- fueran adaptados para lograr resultados similares en entornos geográficos –naturales y humanos- muy distintos. Así, los métodos de asalto que permitieron a los alemanes tomar Riga sirvieron para hacer mella en el frente subalpino italiano y en el frente francés. Y viceversa, los métodos de acumulación industrial para producir potencia de fuego por parte de los Aliados occidentales resultaron muy eficaces cuando se aplicaron a facilitar el movimiento con medios mecánicos. Pero -cabe recordar lo señalado genéricamente en el punto 2- no sirvieron de mucho tales eficacias tácticas fuera de localizaciones concretas. Incluso, la combinatoria de ambos aprendizajes, de asalto y de movimiento mecánico, poco más de veinte años después, con grandes avances doctrinales, organizativos y tecnológicos militares, tampoco otorgó ventaja decisiva a quienes la realizaron en primera instancia... tampoco a quienes, tomando Bagdad en 2003, dieron por ganada publicitariamente la guerra...
- Las Potencias Centrales jamás lograron el dominio del mar, siquiera transitoriamente y aún con el empleo del vector asimétrico de ataque que era el submarino. Veinte y pocos años después, la asimetría ya no era tal, en función de las contramedidas que hacia 1943 se habían implantado en el mar.
- El principal factor que determinó el resultado final de la guerra fue el de la voluntad de las gentes en cada ámbito territorial en guerra, fijada esta voluntad en la aceptación de la legitimidad interna de sus respectivos sistemas políticos, reflejo del estado de evolución de su vida social y económica.
Como afirma Neiberg en la página 20 de su ensayo “Los vencedores de la Primera Guerra Mundial fueron los estados democráticos de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. Estos países, aunque aquejados de sus propias deficiencias estructurales, dependían menos de anticuados regímenes monárquicos. Fueron, por tanto, capaces de modificar o cambiar de gobierno cuando las situaciones lo exigieron, sin tener, al mismo tiempo, que desembarazarse de sistemas enteros. En consecuencia, no sufrieron revoluciones y pudieron formar gobiernos capaces de trabajar con los generales en aras de la victoria. Cuando falló un sistema de organización, crearon otro, hasta que terminaron por encontrar la fórmula del éxito”.
Dos hechos parecen que son persistentes en tanto que obvios a la altura de 2007.
Primero, que en la culminación y desenlace de aquella guerra en noviembre de 1918, mediando las voluntades en evolución de las gentes, está el origen de todas las que han seguido, (**), y
Segundo, que no hay alternativa a la conducción democrática de los asuntos públicos, que incluyen la gestión de las Fuerzas Armadas.
(*) Es interesante constatar que entre Rusia y Georgia se reeditan los viejos enfrentamientos, hoy: Georgia acusa a Rusia de lanzar un misil contra su territorio
(**) Es forzoso reconocer aquí una vez más la plena vigencia, no sólo en la parte dedicada al estudio de Oriente Próximo sensu stricto, del magnífico libro de David Fromkin, publicado en 1989 y reeditado en 2001, A Peace to End All Peace: The Fall of the Ottoman Empire and the Creation of the Modern Middle East
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