Escribo esto a las 1100 de la mañana, hora penínsular española.
Salvando las distancias, que son muchas más que las físicas, la elección presidencial en Francia hoy se parece a la autonómica de Madrid a celebrar el próximo día 27: Sarko/Espe tienen casi todas las de ganar, pero no es totalmente imposible que Rafa/Ségo dén la campanada.
El debate, ¿intelectual?, gira en Francia -y en las terminales mediáticas españolas - sobre la conveniencia de liquidar o no el Mayo del 68.
Respecto de Francia, todo empezó al reclamarse de las pacatas autoridades académicas la libertad práctica del coito heterosexual bajo los techos públicos de los dormitorios universitarios de Nanterre. Aquella revuelta en espiral de señoritos y señoritas -o aspirantes a- criados bajo la dirección cultural de Malraux terminó en cuanto el legado gaullista Chirac -si, el mismo- pactó con el PCF la contención obrera: tal como Suez abrió puertas en 1956 la liquidación de la insurrección de Hungría, Mayo del 68 consintió la liquidación de la primavera de Praga.
Respecto de España, qué decir: durante aquel mes de mayo de 1968, los jóvenes universitarios españoles estaban -hicieran lo que hicieran los y las de toda orientación sexual fuera o dentro de los Colegios Mayores- preparándose para realizar exámenes previos a oposiciones, bajo las diferentes modalidades "tradicionales" en España.
O, en número preocupante para los más tontos del régimen entonces vigente en España, corriendo delante de los guardias para obtener finalmente el correspondiente laurel de la citación o detención por cuenta del Tribunal de Órden Público, importación de invento galo-gaullista dedicado a perseguir al FLN y a la OAS del que en parte es heredera la actual Audiencia Nacional.
O, la inmensa mayoría, como bastantes de los actuales jueces del Tribunal Supremo, para acceder a las diferentes carreras de aquel Estado corporativo, inspirado a la par en la doctrina eclesial vigente hasta el Concilio Vaticano II y en los diseños de revolución desde arriba vista la mussoliniana generados durante la dictadura entre 1923 y 1929 de Primo de Rivera, ese arquitécto póstumo del franquismo en palabras del historiador y político israelí Shlomó Ben Ami.
Algunos, habilidosos ellos, hicieron los dos trayectos principales de oposición al tiempo.
Otros, minoría criminal persistente, formaban prietas las filas en falanges como ETA.
En mayo de 2007, tanto en Francia como en España, los jóvenes airados del 68 y sus epígonos aspiran a disfrutar de una larga y gozosa jubilación... cuando ellos decidan tomarla, no cuando política y socialmente sea conveniente: los más conspícuos, los canallas de ETA.
El problema reside en que la playa que sueñan disfrutar está llena, también gracias a su gestión, o de ladrillos, o de minas.
P.S. Respecto las "minas" en este contexto, exclúyase la undécima acepción de la Real Academia, que luego se me enfadan la Vice y mi sultana.
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