En Mauthausen se encontraban también cautivos brigadistas de varias nacionalidades. Uno de ellos, Eugen Herzfeld, judío húngaro, llevaba el triángulo azul de los apátridas y la S de Spanier. Herzfeld explicó por qué se identificaba como español y no directamente como judío: “He nacido en Hungría pero no quiero ser húngaro en estos momentos. El Gobierno de la República española me dio el título de ciudadano español y así lo he hecho constar en las oficinas cuando he dado mi filiación. Estoy orgulloso de llevar el triángulo de mis hermanos españoles”, escribe Miguel Ángel Sanz. El 5 de enero de 1941 Herzfeld fue requerido por los SS, y comprendió que lo iban a asesinar. Se encaminó hacia las alambradas, seguido de los verdugos nazis y los kapos con picos en la mano. Continúa Sanz: “Eugen, al llegar a las alambradas, dio media vuelta; los SS echaron mano a la pistola temiendo ser atacados y los kapos dieron un paso atrás. Nuestro camarada con un sublime fervor y un perfecto castellano se dirigió a los españoles gritándoles: “¡Camaradas, hermanos españoles, la lucha continúa!”. Después dijo algo en alemán, levantó el puño, irrumpió en la zona de muerte y con un rápido gesto, antes de que las balas segaran su vida, gritó un estentóreo: “Viva la República española”, que los que oyeron no olvidarán jamás”. Herfezld aparece en los ficheros del campo como el único Rotspanien juden – rojo español judío-. El candidato y ideal para morir en un campo nazi.
Extraído del libro de Secundino Serrano La última gesta, (pg.224, citado ya aquí), el texto está reproducido el 29 de agosto pasado por La vereda de la puerta de atrás.
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Servidor ha leído el libro de Jorge M. Reverte La batalla del Ebro (Barcelona: Crítica: 2006, edición de bolsillo, original de 2003).
Echo de menos citas de libros como los publicados al respecto por Miguel Alonso Baquer. No obstante, es texto ponderado, emocionante y bien construído, pese a haber sido ejecutado en nueve meses, según comenta el autor.
A la simpatía por todos los combatientes de a pié, Reverte une la política por la causa republicana, sin rehuir el detalle del golpe de estado que Negrín dió el 14 de agosto de 1938 para liquidar la influencia de los nacionalistas vascos y catalanes en la gestión del poder en una guerra no declarada por la República.
Lamento sobremanera que Reverte no haya estudiado más los archivos del general Rojo, en lo que toca a sus relaciones con el propio Negrín y, en especial, con el general Matallana y el almirante Buiza.
Respecto de Zugazagoitia -presentado siempre como prietista- Reverte mantiene la especie de su anticomunismo... ¡ay!, la escuela de Kim Philby... Dice el propio Zugazagoitia rememorando los días de noviembre de 1938 "Negrín nos tenía sin ninguna información. Se reunía con Rojo, en el edificio ocupado por el Estado Mayor Central"....
Ese mes, Rojo se reunió en Valencia con Matallana y redactó un texto manuscrito sobre papel timbrado del Estado Mayor del Ejército del Centro-Sur, reproducido en el libro de Jesús M. Paricio Los papeles del general Rojo (Madrid: España-Calpe: 1989, pg. 101). Remito a su detalle
Pues, en los archivos del general Rojo falta una carta, de marzo de 1939: la enviada a Negrín y comunicada a ambos militares profesionales cuando el golpe de Casado era inminente.
Fue desviada por el mensajero elegido por el general, Jaime Renart, teniente de Milicias, comunista de larga trayectoria, funcionario del CSIC desde 1977 hasta su jubilación y todavía hoy considerado amigo por la familia Rojo.
La copia de la carta fue eliminada, a la entrega de esos papeles al Archivo Histórico Nacional, por la decisión del único hijo del general Rojo que sirvió, también durante muchos años, a los comunistas...
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Rojo, en Buenos Aires, montaría la revista Pensamiento Español en 1941. Anoto algunos de los nombres que figuran en su mancheta:
Alfonso R. Castelao (sí, el galleguista) , Manuel Serra Moret, Ramón Rey Baltar, Ricardo Baeza (senador del PSOE en 1977), Clemente Cimorra, Francisco Ayala (sí, el hoy centenario), Enrique Jurado, Jesús Prados (Arrarte, de segundo apellido, años después en España maestro de Carlos Solchaga o de Carlos Ferret Salat).
¿Sigo?. De hacerlo, aparecerá Juan III, hacia 1944... ¡ay!... si, dentro y fuera de España, el diseño de transición hacia la democracia hecho por el general Rojo en aquellas fechas hubiera sido tenido en cuenta...
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