Miguel Herrero de Miñón, letrado del Consejo de Estado, parece intentar ajustar cuentas sin expresarlo con Aznar en su Yugoslavia o el error especular, publicado en El País de hoy. Al tiempo, reedita viejas tesis de las derechas españolas que se difundieron por doquier al inicio de las últimas guerras balcánicas, allá por 1991. Discrepo de sus tesis, en especial de las dos mayores.
Contra lo que viene a afirmar el muy tradicionalista D. Miguel, quienes, desde fuera, ayudaron a reventar Yugoslavia con el apoyo a las independencias de Eslovenia y Croacia establecieron un antecedente muy bien anotado entre otros nacionalismos de raíz católica.
Y también conviene recalcar que, ante la inminencia del genocidio de musulmanes en Kosovo en 1999, reedición ampliada y desesperada del criminal Milósevic de las producidas en Bosnia-Herzegovina pocos años antes, la única solución fue el empleo de la fuerza, como al efecto se hizo. La OTAN asumió altos riesgos de enfrentamiento con Rusia y de fractura de la propia Alianza. Aznar, en su día, contó con todo el apoyo parlamentario preciso y cabe señalar que las operaciones aliadas en Kosovo fueron, acaso, las más limpias de aquellas guerras: su objetivo era evitar matanzas muy bien discriminadas y masivas.
Alemania y la Santa Sede jugaron a corto al ayudar decisivamente al legitimar la destrucción de Yugoslavia. A la necesaria lectura de la descripción de hechos contenida en el tantas veces citado pero no leído libro de Samuel P. Huntington El choque de las civilizaciones (Barcelona: Paídos: 1997), puedo unir mi propia memoria: los milicianos croatas del primer periodo de estas últimas guerras balcánicas aparecían tocados con cascos alemanes del extinto NVA, entre muchos otros equipos y armamentos extraídos de depósitos bajo control oficial de las autoridades de unificación procedentes de la antigua Alemania Oriental.
Las derechas españolistas no suelen hablar mucho de ello; en los primeros años de aquel decenio, tambien jugaban a corto dentro de España. Pero, con sus fervientes alborozos de 1991-1995, dentro y fuera, cimentaron no menos fervientes expectativas de otros nacionalismos españoles -catalanes y vascos- no menos conocedores de la doctrina sobre los derechos de los pueblos de la propia Iglesia Católica y, por cierto, no menos admiradores de Alemania.
Miguel Herrero de Miñón lo sabe como lo sabe Aznar. Pero ambos, enfrentados personalmente, siguen jugando a corto.
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En relación estratégica con todo lo anterior, ayer Europa Press tituló Eurocopter subraya que Rusia no tiene decisión en EADS y que sólo sería una amenaza si España pierde competitividad.
Aquí, la jugada parece a largo. No estoy yo seguro de ello.
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P.S. A ver cómo interpretan nuestros celtíberos neocon y profesionales de la magistratura la siguiente noticia urgente: Alemania ordena detener a 13 miembros de la CIA por los vuelos secretos
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