En tiempos de la Emergencia Malaya, una larga campaña contra insurgentes en una península en la que hacen frontera hasta cuatro civilizaciones y que la Commonwealth ganó supeditando la fuerza a la inteligencia, el Duque de Edimburgo afirmó "No necesitas ser supersónico cuando el enemigo es un carro de bueyes".
Empero, Rafael L. Bardají, y los asesores militares -en la reserva, por supuesto- del conglomerado aznarí FAES/GEES, parecen sostener la misma visión errada sobre las soluciones para enfrentarse a una guerra irregular como la planteada por Hizbulláh y sus patronos que la sostenida por los defensores de la estrategia personificada en Westmoreland todavía hoy, mucho después de la derrota en Vietnam.
Bardají es, a la altura del nivel español en el tratamiento de cuestiones estratégicas, nuestro Wolfowitz. Su crecimiento y maduración desde que publicara La 'Guerra de las Galaxias'. Problemas y perspectivas de la nueva doctrina militar de la Administración Reagan, (INAPPS, 1986), le ha convertido en una de las pocas referencias serias -y ,por tanto, dignas de crítica- en el debate público español al respecto.
En su entrega del 18 de agosto en ABC, Bardají afirma: "A pesar de lo que se dice desde posiciones anti-israelíes camufladas de derrotismo, Israel no ha perdido esta guerra. Cierto, no ha logrado la victoria aplastante y decisiva a la que nos tenía acostumbrado, pero no tanto porque el enemigo fuera distinto como por las vacilaciones de los responsables políticos en Tel Aviv. Así, la aviación de Israel ha demostrado una eficacia sorprendente, eliminando quirúrgicamente la mayoría de los cohetes de medio y largo alcance de Hizbolá, los Fajrs y Zilzals, despojando a los terroristas de su capacidad de alcanzar ciudades importantes en Israel. Las tropas terrestres, empleadas muy tardíamente, han podido establecer una zona de seguridad para que los Katiuskas, de corto alcance, no lleguen a suelo israelí".
Bardají, en su optimismo tecnocrático, induce a error a propios y a extraños. Lo que describe es una victoria táctica, no un avance estratégico como el efectivamente logrado por Israel al ganar tiempo para dar una oportunidad más a la paz
La crítica a la supuesta falta de decisión del gabinete israelí para lograr acabar de una vez con Hizbulláh recuerda en mucho a la aducida para criticar a la Administración Johnson antes y después de la Ofensiva del Tet en 1968. En paralelo a lo sucedido entonces con el Vietcong, se ha destruido buena parte de la infraestructura de Hizbulláh en sus bases ofensivas al Sur del rio Litani. Pero, al tiempo, pero se ha demostrado imposible destruir la salvaguarda estratégica y política de sus posiciones en el valle de la Bekaa y de los suburbios de Beirut empleando tan sólo la fuerza militar. En el camino se han tomado, como acierta a vislumbrar Bardají, varias lecciones; lecciones que contradicen el optimismo tecnocrático del propio Bardají.
Las guerras más o menos abiertas que hoy se suceden no son otra cosa que las viejas guerras reeditadas. Poco antes de su pase al Banco Mundial, Wolfowitz mandó llamar desde el frente iraquí al autor de una tesis relevante, Learning to Eat Soup with a Knife. Counterinsurgency Lessons from Malaya and Vietnam (Praeger, 2002), que los errores estratégicos cometidos en 2003 habían demostrado acertada.
Siguiendo la estela de Andrew F. Krepinewich y su demoledor The Army and Vietnam (The Johns Hopkins University. 1986, 1st ed) el teniente coronel Nagl había realizado una comparación entre las campañas de Malasia y de Vietnam desde el punto de vista táctico, operacional y estratégico avizorando que, especialmente, esas guerras se ganan sólo tras aprender a a tomar sopa con una navaja. Esto es, sólo se ganan sabiendo que el poder militar convencional, por importante y por muy sofisticados que sean sus medios, sólo es una parte a utilizar dentro de una estrategia que, por lo demás, puede resultar tanto acertada como errada.
No hay duda que Nagl, en su posición como asistente militar del Secretario de Estado de Defensa, influyó decisivamente en la confección del National Military Strategic Plan for the War on Terrorism, librado el 25 de enero pasado, cuya aplicación a los niveles operacionales y tácticos está siendo objeto de múltiples esfuerzos, físicos e intelectuales.
Tomando como referencia lo aquí comentado, interlocutores distintos a los que los aznaríes suelen tener en Washington han recomendado hoy la lectura de un texto que va más allá de las necesidades concretas sin perderlas de vista: The Puzzle of New War. El autor, Michael Vlahos, es miembro del equipo de Asesoría de Seguridad Nacional del Departamento de Análisis de Seguridad Nacional, (NSAD, en inglés), dependiente, a su vez, del Laboratorio de Física Aplicada de la Johns Hopkins University.
No hace falta ser un galáctico neo-con para entender dicho texto. Su lectura está especialmente recomendada para los que estén muy ocupados intentando resolver cuestiones prácticas en materia de Seguridad y Defensa en penínsulas fronterizas como la Ibérica.
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