Ya quedó anotado en este minarete que D. Miguel de Unamuno escribió lo que sigue, que reescribo más o menos de memoria:
"Respecto del comerciante, prefiero al inquisidor. Pues el buen comerciante, legítimamente, sólo quiere mi dinero...; por contra, el buen inquisidor, legítimamente, quiere sólo esto, que es mucho más: salvar mi alma".
En las páginas de La Vanguardia de Barcelona evangeliza sistemáticamente el valenciano Lluís Martínez Sistach, arzobispo de la Ciudad Condal. Enric Juliana, también hace lo que le corresponde; hoy en Ministro de la Tradición y contrapeso de Rouco Varela anota con grandísima finura lo siguiente:
"El papa Ratzinger acaba de nombrar al cardenal valenciano Antonio Cañizares prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el ministerio que vigila y reglamenta la liturgia. El dicasterio de la Tradición.
El nombramiento tiene una segunda lectura, que no debiera pasar por alto. El cardenal primado de Toledo ha manifestado en los últimos tiempos una fuerte discrepancia metodológica con el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela. Perfectamente alineado con el pensamiento del Papa, Cañizares no aspira a ser el Richelieu español. Detesta, por ejemplo, que la emisora Cope sea utilizada como la partida de la porra de la Iglesia. Cañizares en Roma es el contrapunto a la tendencia de Rouco a operar como el Papa de España; como jefe indiscutible de una Iglesia nacional española".
Dicho esto, reitero que a los "etarras" solo les cabe acogerse a sagrado, ya.
No hace falta ir a Roma: rendíos sin condiciones y públicamente en Loyola.
No hace falta ir a Roma: rendíos sin condiciones y públicamente en Loyola.
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