Cuando se publique esta nota, a las 1700 de hoy día 26, un grupo de gentes estará dando el último saludo a Julián Arévalo, quien fuera Secretario de Estado de Defensa con Julián García Vargas.
No entraré en valoraciones que corresponden a sus compañeros y amigos de su generación.
Sí hago las que me corresponden a mi, dado mi escalón generacional y profesional y dado mi contacto con los jóvenes de los escalones siguientes.
Arévalo fue, con García Vargas, el urdidor de la solución a la crisis presupuestaria en el ramo de Defensa habida en 1993.
Que luego la solución, por abuso de su aplicación en tiempos de bonanza y para lograr un falso déficit 0 en las cuentas públicas, se haya convertido en problema no es su responsabilidad, aunque avisó de ello en todo foro en el que intervino tras su salida del Gobierno.
Pues Arévalo fue un servidor público. Y en tanto que tal, jamás hueveó.
No lo hizo en el ejercicio del poder ni lo hizo cuando, en las reuniones de "sotanillo" bajo el "aznarato", se buscaba paliar daños y soportar -término empleado aquí en sus dos acepciones- al Gobierno mientras se ejercía la oposición.
La liquidación del servicio militar pactada en 1996 con los nacionalistas catalanes de derechas, la congelación -cuando no reducción- del Presupuesto de Defensa nominal y computable entre esa fecha y 2004 y, en fin, la pérdida de todo tipo de activos para la mejor dirección política del esfuerzo de Defensa en España eran los daños a paliar. Soportar ejerciendo la oposición responsable era el método.
Fue en el "sotanillo" dónde por primera vez alguién se preguntó por la Chacón...
Siempre hubo con Arévalo tiempo para discutir con rigor, humor y amor sobre otros asuntos clave en España. Jamás se perdía el tiempo, sobre todo cuando había que lidiar toros.
Hoy echo de menos poder consultar al castellano viejo que fue Arévalo sobre una carta de Josep Martí Font, El caso Repsol , publicada hoy en La Vanguardia y sobre el discurso y leit motiv de Montilla: No hi ha cap càlcul polític amb futur, ni cap estratègia guanyadora a Espanya, a costa de Catalunya, en contra de Catalunya o sense Catalunya.
No está de más recordar que Arévalo sabía latín, hablaba y escribía muy buen castellano y, por tanto, no tenía ningún problema con el catalán...
Así, en 1984, de él se afirmaba en El País: "Técnico de Administración Civil, inspector financiero y con amplia experiencia en temas agrícolas, Julián Arévalo, 40 años, casado, dos hijos, además de su confesada tendencia al superrealismo, demostrada suficientemente en sus diversas comparecencias ante la Comisión de Agricultura del Congreso, es un apasionado de la lectura, erudito conocedor de la historia y gran aficionado a los temas militares", bajo el título "El presidente del FORPPA sorprende a los diputados hablando del "despendole de los precios" y los milloncetes del ala". Arévalo siempre supo decir lo que decía...
No entraré en valoraciones que corresponden a sus compañeros y amigos de su generación.
Sí hago las que me corresponden a mi, dado mi escalón generacional y profesional y dado mi contacto con los jóvenes de los escalones siguientes.
Arévalo fue, con García Vargas, el urdidor de la solución a la crisis presupuestaria en el ramo de Defensa habida en 1993.
Que luego la solución, por abuso de su aplicación en tiempos de bonanza y para lograr un falso déficit 0 en las cuentas públicas, se haya convertido en problema no es su responsabilidad, aunque avisó de ello en todo foro en el que intervino tras su salida del Gobierno.
Pues Arévalo fue un servidor público. Y en tanto que tal, jamás hueveó.
No lo hizo en el ejercicio del poder ni lo hizo cuando, en las reuniones de "sotanillo" bajo el "aznarato", se buscaba paliar daños y soportar -término empleado aquí en sus dos acepciones- al Gobierno mientras se ejercía la oposición.
La liquidación del servicio militar pactada en 1996 con los nacionalistas catalanes de derechas, la congelación -cuando no reducción- del Presupuesto de Defensa nominal y computable entre esa fecha y 2004 y, en fin, la pérdida de todo tipo de activos para la mejor dirección política del esfuerzo de Defensa en España eran los daños a paliar. Soportar ejerciendo la oposición responsable era el método.
Fue en el "sotanillo" dónde por primera vez alguién se preguntó por la Chacón...
Siempre hubo con Arévalo tiempo para discutir con rigor, humor y amor sobre otros asuntos clave en España. Jamás se perdía el tiempo, sobre todo cuando había que lidiar toros.
Hoy echo de menos poder consultar al castellano viejo que fue Arévalo sobre una carta de Josep Martí Font, El caso Repsol , publicada hoy en La Vanguardia y sobre el discurso y leit motiv de Montilla: No hi ha cap càlcul polític amb futur, ni cap estratègia guanyadora a Espanya, a costa de Catalunya, en contra de Catalunya o sense Catalunya.
No está de más recordar que Arévalo sabía latín, hablaba y escribía muy buen castellano y, por tanto, no tenía ningún problema con el catalán...
Así, en 1984, de él se afirmaba en El País: "Técnico de Administración Civil, inspector financiero y con amplia experiencia en temas agrícolas, Julián Arévalo, 40 años, casado, dos hijos, además de su confesada tendencia al superrealismo, demostrada suficientemente en sus diversas comparecencias ante la Comisión de Agricultura del Congreso, es un apasionado de la lectura, erudito conocedor de la historia y gran aficionado a los temas militares", bajo el título "El presidente del FORPPA sorprende a los diputados hablando del "despendole de los precios" y los milloncetes del ala". Arévalo siempre supo decir lo que decía...
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