"Sería de una flagrante deslealtad preterir que las casas cuartel son parte sustancial de nuestro Estado de Derecho".
Y pese a que uno pueda discrepar con parte del contenido del artículo de Valentí Puig hoy en ABC, ETA contra casas cuartel del Estado, en esta afirmación lleva toda la razón. Y es que la seguridad del Estado es y debe ser, ante todo, la seguridad de los ciudadanos y ciudadanas.
En las "guerras híbridas" que se nos tienen declaradas, la gestión de los Presupuestos Generales del Estado en los ramos de Política Exterior, Interior y Defensa no pueden estar sometidos al principio de que su legitimidad resida únicamente en su estricto cumplimiento al cerrar el ejercicio. Debe adoptarse un flexible "enfoque integral", dentro de una Estrategia Nacional de Seguridad sólida.
En Interior, por ejemplo, cuando un medio o un sistema es preciso para prever, limitar, evitar o paliar una acción criminal, documentando lealmente al responsable político sobre el requerimiento y la necesidad, la adquisición es casi inmediata.
En el sistema de programas de Defensa, empero, la agilidad precisa para cubrir requerimientos solventando necesidades en misiones en el exterior, está lastrada. El sistema de programación adoptado a principios de los años 80 -copia de lo de McNamara al comenzar los 60- cuando el "enemigo" parecía ser uno -el comunismo soviético- y el "riesgo", alauí o argelino, ya hace 15 años que dió muestra de agotamiento conceptual y funcional en nuestras circunstancias nacionales. Ya no hacen falta "programas especiales", hacen falta "programas operativos".
Desgraciadamente, ahora los riesgos que corren los nuestros en el exterior día a día son duras realidades cuyo "tempo" y "momentum" (Clausewitz) son cada vez más imprevisibles. También lo son las amenazas exteriores -11-M- e interiores -ayer mismo en Legutiano/Villarreal de Álava - nos hacen a todos víctimas potenciales en nuestra propia casa.
Sobre Exterior, qué decir... Nuestros presupuestos de cooperación internacional se han incrementado sustancialmente y, por fin, han empezado a dirigirse al África Subsahariana. Gracias al esfuerzo y al buen tino de algunos pocos(as) tenemos en Iberoamérica acuerdos de cooperación estratégica con México, Chile, Brasil, Argentina y, desde enero pasado, Colombia... Y con nadie más, que quede claro.
En el ambiente de "guerras híbridas" en el que se enmarca esta nota resulta que conviene proteger directa o indirectamente todas las "casas-cuartel". Así:
1. Una "casa-cuartel" es hoy el analista de seguridad que sigue día a día los sucesos en Colombia o el "hurón" en el Sur de Francia.
2. Una "casa-cuartel" es hoy el equipo EOD que concurre tras aviso en Mitrovica o en Madrid, o el buque de la Armada que cambia la derrota para atender a un pesquero asaltado.
3. Una "casa-cuartel" es hoy el funcionario español que libra visados, digamos que en Larache, o el avión de patrulla que fija la posición de miserables cayucos o de lujosos yates de gran potencia, y
4. Una "casa-cuartel", en suma, es hoy la patrulla que desde Marjayoun llega hasta la frontera con Metula con regreso también peligroso o la que desde Qala-i-Now comprueba que la conducción de agua potable en alguna aldea remota ha sido terminada y funciona.
Y es por lealtad, no por doble ni por triple lealtad, sino por estricta lealtad a los que se exponen abajo y arriba, dentro y fuera de España, en los despachos del eje Castellana-Prado-Recoletos y en las trochas lejanas, por lo que hoy me toca sumarme una vez más a la campaña MRAP, Ya.
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