5/03/2008

La civilización: Don Juan Troncoso Maestre


Cuando hay tanto plumífero tan untuoso de tan untado que clama por el futuro de España, hoy dedico La civilización a un hombre fallecido hace más de 15 años.

Se trata de D. Juan Troncoso Maestre (a) "Tronkoso", nacido en Los Palacios y Villafranca (Sevilla) el 11 de enero de 1923.

Era D. Juan andaluz cabal. Andaluz de los de pocas palabras, siempre ajustadas, para nada sentenciosas.

En su taberna, "El Farol", quien quiso pudo aprender sobre tres asuntos: la pintura, el flamenco y los toros.

En su taberna, D. Juan pintaba sus lienzos taurinos, buscando reflejar la mejor faena, aquella que se ha soñado haber visto.

En su taberna, D. Juan creaba letras para todos los palos del cante, letras que las más de las veces regalaba diciendo que las había oido no sabía dónde, no sabía bien de quién.

D. Juan, en su taberna "El Farol", tenía pintado un fresco con las firmas claras de Samuel Bronston, el productor que hizo soñar a Madrid como capital del cine, y de Ava, quien nos sigue haciendo soñar a tantos... Hoy no se si la reforma hecha por las monjitas que atienden a niños inmigrantes -"Sangre de Hispania fecunda"- habrá respetado ese fresco de tonos ocres y rojos...

En fin, D. Juan sabía cómo ejercer su reserva del derecho de admisión en su taberna. Allí, y no en la Universidad, aprendí a ver a Velázquez y a Goya, a oir a La Niña de la Puebla y a El Camarón cuando estaba de buenas, a desesperarme con El Faraón de Camas, cuando daba la "espantá" el "muijoputa". En todo caso, buenas compañías.

Fueron tardes y noches de invierno, caldito, tardes y noches de verano, gazpacho; en todo tiempo, con mesura, vino y, cosas de la nuera alemana, la mejor cerveza del mundo.

Mucho o poco que supiera aprender de D. Juan Troncoso Maestre, le debo su ejemplo, buscando ese azul exacto sobre oro y grana, esa sílaba para ayudar a matizar el "quejío", su bonhomía seca y su humor antiguo, como de romanos... como de españoles de futuro que hay que defender siempre.

Su farol sigue dando luz, permitiendo acceder a la mejor ilustración.

A su viuda, Dª Carmen, siempre la saludo besándole la mano. La mano que cuidó a aquel hombre.

Veo que en Los Palacios y Villafranca hay una Plaza de Juan Troncoso. ¿Será por él?

No hay comentarios: