Camino a Barcelona

Servidor, barcelonés de extracción guipuzcoana y salmantina residente en Madrid desde 1964, sabe que siempre será indistintamente charnego y catalufo allí y acá y a mucha honra.

Anoto que el mendocino Casaus se apagó, no como la luz eléctrica, en la Barcelona que vive bajo un círculo ya no ecuestre plagado de retrasos, mutualidades, abejasmaya y una floja programación en el Liceu, todo ello bajo la apariencia de una gran rutina.

Tal vez, un día contaré cómo el acceso de Laporta y su gente guapa a la cabecera del Barça señaló el inminente fin del pujolato con la pérdida de una infraestructura clave para el asentamiento del entonces imbatible poder aznarí en toda España. Tal vez, ello sirviera para explicar lo que sigue.

Juan José López Burniol, notario españolista, da fe de la existencia de Un Estado en entredicho en el Periódico de Catalunya, fundado por el otro editor charnego distinto de Lara. Con acierto afirma:

... la España que quedó rezagada hasta mediados de siglo XX haya recuperado buena parte del terreno perdido frente a Catalunya y el País Vasco, alcanzando unos niveles de bienestar muy próximos, cuando no equiparables, a los de estas comunidades. La culminación, con el Estado de las autonomías, del proceso de desarrollo iniciado hace 50 años y que --en lenguaje orteguiano-- ha hecho posible "la redención de las provincias", ha variado sustancialmente el escenario español y --lo que es más trascendente-- la relación de fuerzas existentes en su seno. Por ejemplo, el peso financiero de Madrid es hoy mayor que hace medio siglo, así como menor es el de Catalunya y el País Vasco. Y, por otra parte, las posibilidades de futuro que tiene España en un mundo globalizado, a través de su proyección a toda el área cultural que se expresa en castellano, son enormes. Pero esta realidad indudable no desvirtúa, sino que por el contrario acentúa la tesis de que el sentido de pertenencia a España pende, en Catalunya, País Vasco y Galicia, del buen funcionamiento del Estado, habida cuenta de que una parte --quizá creciente-- de ciudadanos de estas comunidades no se sienten partícipes de la identidad nacional española.

Servidor coincide con López Burniol en esa y otras muchas de las apreciaciones contenidas en su artículo. Me parece que responde bien a los peores contenidos del por lo demás bastante acertado Barcelona se apaga, del director de ABC, Zarzalejos, Tercera del domingo 29 de julio pasado.

Todos los servicios públicos, en su mantenimiento y actualización, dependen de inversiones a largo plazo. Los efectos de las ejecutadas con grandes derramas en Madrid, Valencia o Murcia por parte de la Administración Central en el periodo 1996-2006 afloraron en los resultados electorales de 2008 en las autonómicas y locales. El abandono y los retrasos de otras inversiones durante ese periodo – evidente por la mera aplicación del principio de suma cero- en Cataluña, Aragón, Navarra, País Vasco y, aún, en Baleares y en Canarias, regiones que no dependen como el resto del maná de la Unión Europea que finiquitará en 2013, también fue aflorando. Ya pasará recibo la mala gestión ecológica y agrícola en la Castilla y el León de los topillos. Tardará en notarse, pero el cambio de lealtades políticas que se está produciendo silenciosamente en Galicia debería hacer reflexionar al bueno de Zarzalejos y, todavía más, a Rajoy.

Espero leer este domingo el ABC en cierto café de la calle del Comte d’Urgell –en barcelonés, call'Urgell- tras visitar los encantes de San Antonio, mi barrio de Barcelona. Ya les daré noticia de los libros que allí adquiera, pocos pues, sin dinero, no hay mucha opción… para nada.