7/06/2007

Milicia y política: impacto de las guerras irregulares



Los ejércitos regulares -esto es, las corporaciones preparadas para librar las guerras convencionales en el estado de desarrollo profesional alcanzado a estas alturas- están preocupados por el empuje de las teorías que promueven la integración en la acción de las administraciones públicas para afrontar los nuevos riesgos y amenazas.

1. Se sospecha del maridaje -tradicional, por lo demás- entre Fuerzas de Operaciones Especiales y los aparatos de Inteligencia. En la foto, un C-46 de Air America en Laos.

2. Se observa con suspicacia el empleo de fuerzas militares en misiones de Seguridad Interior y de Protección Civil. En los países donde hay cuerpos policiales de carácter militar -Francia, España, Italia- los "regulares" se sienten doblemente dañados pues, funcionalmente, suelen quedar en estos supeditados a la jerarquía de dichos cuerpos.

3. Se teme -de ahí la principal resistencia- que la preparación y la dotación para librar guerras convencionales queden preteridas, tanto en lo doctrinal como en lo financiero, con el consiguiente desbaratamiento de muchos planes de carrera personal -esto es, de vida- que parecían sólidos, y

4. Se vislumbra -a diferencia de lo sucedido en otros periodos y episodios de guerra irregular, asimétrica e insidiosa- que los políticos electos democráticamente tendrán que tener una preparación en materia de Seguridad Exterior e Interior muy superior a la actual, reduciendo por el común conocimiento los márgenes de funcional autonomía corporativa.

Con todo, los militares "regulares" de carrera no son los principales "perdedores" en la actual tendencia, aunque se perciban -y se intente que así lo hagan- como tales.

Otras corporaciones públicas y no pocos intereses privados deberán renunciar, según esas teorías, a sus "espléndidos aislamientos" en tanto que verdaderos núcleos de gestión autónoma en el seno o al calor de los Estados.

Las propuestas de establecer "externalizaciones" para cubrir necesidades de fuerza armada sin tocar las actuales estructuras se presentan como solución alternativa a dicha tendencia.

Curiosamente, incrementándose con ello los costes financieros, se diga lo que se diga, la principal característica de esa alternativa -la más apreciada por sus mentores, caso de Cheney- es que ella permite limitar el control democrático sobre la acción de los poderes ejecutivos y hacer inviable el control judicial desde sus sedes naturales, las del propio territorio y soberanía.

Los promotores de las nuevas teorías y procedimiento COIN conocen estas circunstancias y la inevitable condición humana que alimenta a quienes a ellos se oponen, leal o capciosamente.

En los propios Estados Unidos, los "Cheneys" se apoyaban en el optimismo tecnocrático de los "Rumsfelds". Hoy, los "Gates/England" -con los "deepblues" de la Armada detrás- parecer estar adoptando la senda que considero correcta.

Si todo va bien, sus propuestas tendrán "piernas" donde se debe en democracia: en los órganos electos y renovables de representación del pueblo, Congreso y Senado.

En países como España la cosa tardará: nunca se puede dar por cerrada ninguna transición.

Siempre hay evolución o, en caso contrario, involución. Puedo poner ejemplos históricos: septiembre de 1923, liquidación del modelo "liberal" de la Restauración en evolución hacia la democracia.

NOTA: Esta entrada ha sido elaborada tras un cambio de impresiones con un almirante ayer. Conviene que los combatientes españoles -civiles y militares- tengan conciencia de lo aquí expuesto: el detalle lo tendrán que elaborar ellos, de acuerdo con su conciencia, intereses y honor.

Y el honor, en democracia, es servir, al tiempo, leal y críticamente a la integridad de la soberanía popular, representada mediante elecciones libres. Todo lo demás, es particularismo, por emplear términos de Ortega y Gasset.

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