7/03/2007

Antes y después de El Yémen, dudosas estabilidades


Ignacio Camacho, en ABC, publica La misma guerra introduciendo similares valoraciones respecto de El Yémen a las oidas por servidor ayer a la caída de la tarde de boca de un independentista catalán. Desde luego, sí puedo afirmar que mi interlocutor catalán tenía recetas más serias para abordar el problema desde su óptica que el castizo columnista desde las suyas. De entrada, ya me señalaba la importancia de que las víctimas españolas del atentado de El Yémen fueran catalanes y vascos, como ya está confirmado a estas horas de la mañana...

Un hecho cierto es que, para Al Qaeda, España y Portugal son su
Extremo Occidente mítico: Al Andalus, tierra tan irredenta como San Juan de Acre -hoy Israel- o la mismísima capital de Arabia Saudí, Riad.

Ayer, sin ir más lejos, Andrés Ortega iniciaba en su De paz; no pacíficas una cautelosa aproximación a la correcta definición de los términos militares del reto bélico que sostiene Al Qaeda desde su primer ataque a las Torres Gemelas de Nueva York en 1993.

El editorialista internacional de El País era cauteloso, ciertamente, pues todavía ayer -tal vez hoy no, visto el editorial de su medio tras el ataque de El Yémen- no era conveniente pisar los callos en los que se han convertido no pocas mentes de la
izquierda realmente existente en dicho periódico y en España. Una izquierda que, retorciendo no ya la memoria, sino la Historia misma, niega a las democracias occidentales toda superioridad moral frente a la agresión totalitaria de Al Qaeda, sus franquicias y sus flecos.

Otro hecho cierto, es que lo que para no pocos musulmanes es
Extremo Occidente, para no pocos de nuestros aliados occidentales es Oriente Próximo.

La izquierda española que he comentado es muy deudora de la falsa mala conciencia de Centroeuropa -Alemania, pero no sólo- a propósito de lo sucedido en el Continente entre 1914 y 1989. Pero, acaso paradójicamente, también lo es del legado de la derecha española -no sólo la españolista- respecto de lo sucedido especialmente dentro de las fronteras españolas pero no sólo. Franco tuvo (en la foto) su
guardia mora, es cierto; pero en la mentalidad histórica de buena parte de las derechas españolas y en no poca parte de la izquierda española lo moro, especialmente en tanto que antioccidental -esto es, no democrático- , tiene, como Sevilla, algo especial.

Uno de los escasos méritos de Aznar es que, aunque fuera a su personal e intransferible modo, rompió con la tradición política de la derecha españolista al declarar -al menos, sólo declarar- que nuestra civilización era la de Occidente y no otra cosa.

Desde luego, por motivos prácticos -esto es, económicos- y tradiconales -esto es, la simpatía pro árabe cuando no pro islamista de muchos servidores públicos, especialmente en la diplomacia y la milicia- Aznar no reparó en realizar gestos muy amistosos desde Marruecos al principio de sus mandatos hasta Irán incluso tras el 11-S, pasando por las inolvidables celebraciones navideñas en el Belén dominado por un tal Yasir Arafat.

En la intrahistoria de ciertos manifiestos y manifestaciones pro israelíes en los que he partipado gustosamente y de los que he dado cuenta en este minarete personal, he notado demasiado
tacticismo en los apoyos que la derecha españolista han brindado a dichas iniciativas. Un tacticismo que se vende muy oportuno si de minar o de fraccionar al PSOE y sus entornos se trata respecto de otras cuestiones principales, aunque ensimimismadas, de la vida política española.

Sospecho que ese
tacticismo tiene poco de firme convicción en pro de la defensa de Israel, aunque no pocos diplomáticos y políticos israelíes quieran convencerse de lo contrario.

Así, al hacerse evidente la pluralidad de
la España que es con la participación de significadas personalidades y organizaciones catalanistas en la última manifestación pro israelí ante la embajada de Irán celebrada en Madrid el pasado 27 de junio, he notado que ello ha sido recibido con frialdad, cuando no malestar, por supuestos ardientes defensores de Israel en el ámbito más castízamente castellano. Desde luego, muchos de los que digo hasta hace nada -¿hoy todavía en privado?- reían el chiste por el que España se quedó con los catalanes tras equivocarse al echar a los judíos...

En todo caso, para tranquilidad de estos, los nacionalistas vascos no se han dignado en apoyar dichas convocatorias pro israelíes ni por asomo.

El caso es que, para Al Qaeda, sus franquicias y sus flecos, junto a los judíos y a sus competidores en el orbe musulmán, también son objetivos claros los laicos occidentales y, no en menor medida, los católicos, culpables por su visión trinitaria de Dios del pecado de idolatría a los ojos de los fundamentalistas islámicos.

Sin asumir de verdad el duro legado de la llamada
España de las tres culturas -concepto de parcial elaboración franquista con turbio origen tras la Segunda Guerra Mundial- , impregnados de un estúpido antioccidentalismo los izquierdistas de número y negada la España que es por la derecha españolista, es difícil realizar un discurso integrador, democrático y practico para el conjunto de la nación política que es España.

Al igual que muchos vascos -entre los pueblos de montañeses pirenáicos y cantábricos- hicieron de "aprovechategui" para ocupar los puestos públicos y económicos que dejaron vacantes los judíos en España tras su deportación en 1492, no falta personal políticamente bien situado en España para explotar en su beneficio la falta de un discurso tal.

Al Qaeda y otros adversarios de Occidente están aprendiendo rápidamente, en términos temporales históricos, que en España tienen un campo de acción muy rentable para sus sangrientas especulaciones y espirales.

Al cabo, una de las características que parecen persistentes en la Historia de España es la facil aceptación del terror como constante necesaria para mantener determinadas estabilidades, dudosas democráticamente tanto en lo moral y ético como en lo práctico. Zapatero, en lo de manejarse en esas dudosas estabilidades, es un recién llegado...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente y clarísimo post, Jorge.
Sólo añadiría una nota para no dejar de nombrar a esa izquierda en cuyos tics parece caer a veces el presidente, caracterizada por su "desubjetivación", es decir, por pensar los problemas internacionales desde el punto de vista de quien no defiende un interés concreto, una comunidad concreta, sino un bien universal... creo que es el último resto del Imperio, el catolicismo (universalismo) strictu sensu.

Jorge Aspizua Turrión dijo...

Querido David:

El problema es que no sólo la izquierda en España puede padecer esa influencia que señalas.

De hecho, los "neocon" en EE.UU. presentan rasgos de un "universalismo" tan radical que algunos interlocutores míos allá aseveran que son la línea de pensamiento más "europea" de las existentes en esa gran nación.

Por lo demás, tanto tu como yo sabemos que los valores democráticos de Occidente son nuestra vara de medir, dentro y fuera de nuestros predios. Aunque, también cuenta el dinero...

El Alijar dijo...

Izquierdas y derechas. Reflexiones legítimas pero, en mi opinión, aproximaciones por etiquetas.
Ahora que estamos fuera de Irak, algunos miembros de la izquierda española -y por contraposición permanente algunos de la derecha- ya no entienden el porqué de los insidiosos ataques si nosotros ya dijimos "no a la guerra" e impulsamos la "Alianza". Se debaten desconcertados buscando las causas y los responsables. Deberían atender a lo dicho y hecho por éste país en el pasado e intentar verlo desde el otro lado de la colina.
Es premisa militar ineludible el conocer exactamente a tu enemigo antes de comenzar a combatir; aquí ya llevamos retraso, el día que EEUU invocó el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte y España, en solidaridad con el agredido, decidió apoyarles en su contraofensiva atacando Afganistán, se involucró en un combate del que, me temo, desconocíamos casi completamente su dinámica, sus motivaciones y sus intenciones.
Son curiosas las afirmaciones de unos y otros al inicio de nuestra singladura en la Operación Libertad Duradera –en la que participamos de 2001 hasta 2004- casi seis años después:

El presidente del Gobierno, José María Aznar, confirmó anoche que unidades españolas «están ya cumpliendo las misiones que les han sido encomendadas» como miembros de la OTAN en el ataque contra Afganistán.
El Presidente Aznar quiso transmitir a los ciudadanos españoles un mensaje de tranquilidad «en el sentido de que todas las medidas han sido adoptadas y de confianza en la seguridad de que el éxito culminará nuestros esfuerzos en la lucha contra el terrorismo».
El secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, respaldó los ataques estadounidenses y reprochó al Gobierno que no actúe con más agilidad ante lo que calificó como «una acción preventiva» contra el terrorismo internacional.
Por el contrario, el coordinador general de IU afirmó que el ataque es «ilegítimo» porque «no responde al derecho internacional». A su juicio, «sólo servirá para provocar una espiral de odio». EL MUNDO. 8 de octubre de 2001.

No hace falta comentario, todos –excepto alguno- nos embarcamos en aquella operación sin saber dónde nos llevaba, sin valorar detenidamente sus efectos.
Quizá, si lo hubiésemos valorado adecuadamente, hubiésemos llegado a la conclusión de que moralmente había que hacerlo en defensa de nuestras convicciones, pero nos habríamos ahorrado quizás seis años de paños calientes. Paños calientes que sin meditarlo mucho nos llevaron a Irak, a más Afagnistán y ahora nos han llevado a El Líbano. El simple -pero importante- hecho de apoyar al aliado agredido desencadenó el apoyo incondicional contra el nuevo enemigo babilonio; el simple - pero importante- hecho de contar con el sello de calidad de la ONU desencadenó un despliegue inmediato esta última vez. Quizás volvimos a no valorar lo que hacíamos. Los efectos...
Es importante estar en el Líbano, pero este movimiento de alfil debería haber sido consecuencia de nuestra idea global en la partida que iniciamos. Basta ya de movimientos inconexos. Es urgente que nos detengamos a planear donde mover los peones y donde posicionar la reina.
Nadie ha ganado al ajedrez desde etiquetas, el jugador perfecto fue el frio deep blue. Pura matemática.
Que nadie me interprete mal. No pongo en duda la necesidad y la conveniencia de ir a El Líbano, pero si pongo en duda seriamente que se haya hecho como parte de una estrategia meditada a largo plazo.
Como señala la más basica teoría de las relaciones internacionales, el adquirir peso internacional, motivación que parece ahora mover a Andrés Ortega, obliga a todos los jugadores (estados y otros actores) que se sientan en el tablero a reposicionarse. Alguien cede para que alguien tome. El intentar obtener peso internacional sin un perfecto planeamiento previo de efectos, como intentó nuestra anterior administración e intenta ésta actual -jaleadas ambas por sus aficiones- no es un juego gratuito. Y menos si se juega con alfiles blancos armados en los dominios de las negras.
Pero ahora es hora de analizar dónde estamos, cómo hemos llegado aquí y de, inmediatamente, mirar al camino que nos espera. Es por ello, por lo que no cejo en mi determinación de contestar a las preguntas clave, por lo que puedan aclararme a mí o al que lea estas líneas -allá donde se encuentre- sobre el futuro de esta lucha. Pues bien, definitivamente, ¿a quién estamos combatiendo?
A esto intento responder en mi senda de preguntas.
Un saludo desde mi observatorio personal.
http://elalijar.blogspot.com/

Jorge Aspizua Turrión dijo...

Buena aproximación, basada en la buena memoria, los registros de datos y hechos.

Un saludo cordial

Unknown dijo...

Jorge, excelente post. A ver si toma nota mas de un entendido y mas de uno que no le interesa entender.Al menos, que no se diga que no se explican las cosas.
Para el alijar, un gran comentario, y gran ejercicio de memoria, algo que no es muy corriente estos días.