6/29/2007

El Líbano y los temas de nuestro tiempo

Termina una semana densa para mi en lo profesional y en lo personal.

El Alijar me envía un comentario personal que contiene referencias a terceros que no son publicables, por elemental prudencia.

Sin embargo, al remitirme en él a su entrada La Senda de las Preguntas, hallo en ella buenas aproximaciones a lo que, abusando de Ortega y Gasset un poco, puede denominarse "los temas de nuestro tiempo" con rango universal y concreto para España.

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La defensa de Occidente, contra su decadencia, es el tema principal, sin duda alguna.

Oswald Sprengler, deudor de una tradición autoritaria y pensador débil a la postre, dañó el concepto de Occidente -irremediablemente, me temo- reducido por él al del predominio de ciertas élites blancas y, cabe decir, sobre todo centroeuropeas.

Pero, al cabo, citando al historiador estadounidense, nacido alemán, Fritz Stern como hace Dahrendorf, -los "liberales a la española" o los "celtíberos neo-con" no lo hacen-, Occidente es:

“La libertad de la persona garantizada jurídicamente, es decir su protección de toda forma de arbitrariedad pública, su liberación de las desventajas económicas y sociales, y su libertad intelectual, es decir el derecho a tener convicciones divergentes, discutirlas con otros y defenderlas públicamente... -y además- la piedra fundamental de la sociedad libre: el derecho a gobernarse, en otras palabras, la creación de un sistema representativo y parlamentario” (Darhendorf, op. cit.,pg. 316)

Declaración ilustrada y laica, sin duda, esta de Stern contiene ecos de la mejor teología política cristiana, aquella que hunde sus raíces en la antropología del poder que surgió cuando Moisés defendió a Séfora y sus hermanas en el pozo.

Pero en la España donde Acebes ejerce de monaguillo de sí mismo y Maruja Torres es remedo de la criminal Pasionaria, esto no tiene, al parecer, ninguna importancia...

Sólo los ignorantes podran decir que soy pedante cuando me refiero con ello a la interpretación del episodio bíblico que hizo el filósofo Martin Buber, en su libro Moisés (Buenos Aires: Lumen-Hormé: 1948), publicado originalmente en Jerusalén en 1944 y traducido al castellano bajo supervisión de un tal Julio Cortázar, antes de que éste enloqueciera con el señuelo castrista y las sesentayochadas.

"Este episodio sirve para demostrar que un principio fundamental de la legislación mosáica -la protección de los débiles frente a los fuertes- fue aplicado por el propio legislador, tanto en casa como en otras partes, como un principio universal; (Buber, op. cit., pg.60).

Servidor, habiendo leído esta interpretación muchos años ha, todavía sigue indagando sobre el hecho de que Moisés tuviera que haber actuado así, sin saberlo, para merecer conocer a Dios...

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Hoy, el celtíbero neocon Bardají ha ensayado de nuevo sin éxito un argumentario contra Zapatero, anunciando la continuidad del esfuerzo fallido: Líbano: ¿y ahora qué? (I).

Sólo una muestra de su debilidad: la misión encomendada, tras la guerra del pasado verano en El Líbano a la FINUL, determina, políticamente, la garantía expresa de la comunidad internacional respecto de dos condiciones hasta entonces preteridas:

1. Israel y El Líbano tienen derecho a fronteras comunes internacionalmente reconocidas y, por tanto, seguras, y

2. El Líbano debe poder ejercer su soberanía como Estado en todo su territorio, sin fracción interna o externamente inducida del mismo...

Pero Bardají, como tantos celtíberos, tiene su fijación contra Zapatero, lógica por su dependencia respecto de su jefe, Aznar, subsumido a su vez por Murdoch, aunque nadie quiera recordar que el prócer español visitó Teherán como presidente del Gobierno para defender los intereses de las empresas españolas en materia de energía...

  • Nota: al menos, gentes como Bardají se estrujan el cerebro, fabricando consignas. Otros, a derecha y a izquierda, sólo las repiten.

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Los textos de los celtíberos neocon parecen cada vez más el catálogo recopilatorio y actualizado de aquellos escritores por oficio que en los días de vida de Ortega y Gasset -que intelectualmente terminaron en 1936- fueron calificados por aquel verdadero conservador como casticistas.

En la izquierda española, cuyo cúlmen político activo hasta hoy pareciera que fue Manuel Azaña -lo que es poco y por eso fuera usado por Aznar en su ascensión al poder-, no hay respuesta racional y razonable posible... fuera de la experiencia acumulada desde 1977, tal vez en trance de desaparición...

Tal vez sea útil para todos el ejemplo, resaltado por Dahrendorf, de un tal Salvador de Madariaga, ese hombre Erasmo.

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Sinceramente, no comprendo por qué tanta prevención contra Rato, sobre todo entre los medios que lidera Jiménez Losantos... o, acaso, si, si lo comprendo: ¿Será la tónica?.

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