Los análisis estratégicos, para serlo, no pueden realizarse tomando sólo en cuenta los objetivos de parte. Tanto da si lo que se pretende es justificar decisiones de partido, de mentalidades corporativas o, simplemente, la egolatría del autor o de su patrón.
Los aznaríes de FAES/GEES, con todos sus méritos, suelen realizar sólo análisis de parte, no de conjunto. Mal está en emplear el término "bajas", por lo demás práctica común en la cultura política española que comparten demasiados civiles y militares para minimizar el hecho de que hay muertos y heridos.
Quienes, al margen de la opinión mayoritaria de nuestros correligionarios, sostuvimos que desde el 11-S hay es una guerra que nos ha declarado Al Qaeda a Occidente podemos afirmar que las tasas de muertos y heridos que sufren las Fuerzas Armadas españolas en sus misiones operativas en el exterior y en sus misiones de entrenamiento en el interior son demasiado elevadas.
Y que lo son en términos absolutos y, también, en los relativos que se pueden establecer en comparación a las de los aliados sometidos a las mismas circunstancias operativas y exigencias de preparación, tal como parcialmente señalan hoy los aznaríes en sus dos entregas de hoy, la sindicada en GEES Afganistán. La tentación de ZP y la firmada por Bardají Afganistán gota a gota. Un estudio serio sobre las causas inmediatas de ello revelaría cuales son las causas de fondo, para vergüenza de muchos o, mucho me temo, de todos: por ello, no se hace público.
También, quienes sostuvimos en 2003, contra la opinión de nuestros correligionarios y la decisión política de nuestro gobierno nacional, que las Fuerzas Armadas españolas tendrían que haber participado desde el primer momento y con todas las consecuencias en la campaña militar para derribar el régimen de Sadam Hussein en Irak, podemos afirmar que esto no se hizo porque hubo miedo a que las carencias de toda índole acumuladas en el caso de que estas fueran a la guerra abiertamente se hicieran evidentes.
Los aznaríes conocidos, y algunos generales ya retirados que los asesoran, saben muy bien a qué me refiero. Lo malo es que, encastillados en sus propios prejuicios, ven la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
Durante las guerras irregulares e híbridas que nos han sido impuestas ha sido comprobada la ineficiencia del concepto "Shock and Awe", incluso en los supuestos operativos para los que fue concebido, y la inconsistencia del denominado "guerras de 4ª generación" que los aznaríes y su entorno de simpatizantes en activo o en la reserva divulgan entre sus fieles. Entonces, ¿desde que autoridad se puede reclamar que ZP caiga en la cuenta de las verdaderas necesidades? La respuesta es obvia: desde la que se base en el rigor en el análisis y no en visiones ideologizadas, en intereses de empresa o en afanes de legitimación burocrática.
Una primera condición para superar las deficiencias generales de Occidente y las muy específicas españolas ante esas guerras es aprender a enterrar a los muertos como se debe para no desmoralizar a la población en cuya defensa estos han caido. Pero ello no bastaría.
Lo principal es aprender también en estos lares a tener paciencia, como se reclama hoy por parte de un jefe aliado en Complex Situation in Iraq Requires Patience, Commander Says. Paciencia más necesaria que nunca cuando todos los indicadores señalan que las cosas van a ir a peor en el frente discontínuo que va desde Herat hasta Ceuta. Recomendar paciencia desde este minarete personal no supone, para el caso, que los aznaríes no puedan reclamar la dimisión del gobierno y la convocatoria de elecciones generales anticipadas como hacen, como le es legítimo hacerlo desde su castillo con influencia parlamentaria... ni que los miembros del partido demócrata no deban hacer documentada oposición a la Administración Bush en donde es propio: en el Congreso y en el Senado de los EE.UU.
Recomendar paciencia es, ante todo y aquí, reclamar que políticos y militares por profesión aborden en España la activación de las Fuerzas Armadas como tales fuerzas combatientes y no como reserva de fuerza -o de votos- ante supuestos limitados y "fidelizando" entornos parciales.
Esto es, ahora que se cumplirá el trigésimo aniversario de la creación del Ministerio de Defensa en España, tener paciencia es no dejar pudrir el legado de los tenientes generales Gutiérrez Mellado y Veguillas y del almirante Liberal Luccini.
Un legado aquel que se malbarató con la decisión de cambiar el modelo de Fuerzas Armadas en 1996 triturándolas por largo tiempo, que se pretendió borrar con las contrarreformas fácticas del jurídico militar ministro Trillo entre 2000 y 2004 " y del que, ¡ay!, no pocos, a derecha o a izquierda, no tienen ni el conocimiento y ni el valor de mostrar al conjunto de la población española ante la que se nos viene encima ahora que la primavera toma mortal asiento en Afganistán y apunta sobre España.
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En la foto: Blindado del Ejército del Raj (dominio británico de la India) en misión de escolta del premier Churchill en el Desierto Occidental durante 1942.
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