1/28/2007

Rajoy y 'La Pepa': notas a vuelapluma.

El Mundo titula Rajoy promete llevar a La Moncloa la España liberal nacida en la Constitución de 1812.

Me lo anunció un buen amigo mío, que me ensalzaba al tiempo las virtudes de la genovesa mundial Cayetana Álvarez de Toledo, doctora en Historia Moderna de España, y que ejerce de ello en nuestra contemporaneidad con fina inteligencia, como si nada hubiera pasado desde que los Álvarez de Toledo se asentaran como oficiales del Imperio hispano una vez salvados los obstáculos de la Santa Inquisición. Así me lo enseñaron a mí en curso sobre formación y persistencia de elites familiares de poder entre los siglos XVI y XX. Ya estamos en el XXI, la cosa sigue como en el anuncio de Duracell y no hay nada que objetar: la vida -y la Historia- es así.

Me dijo mi buen amigo que Rajoy, registrador de la Propiedad en excedencia, apoyaría a Cospedal, abogada del Estado en excedencia, en un acto partidista a celebrar en Toledo a favor de dicha candidata popular a la presidencia de la Junta de Castilla-La Mancha. Tal ocurrió allí y sólo se echó en falta la presencia de Aznar, inspector de Hacienda en excedencia, y del Cardenal Cañizares, Primado de España en pleno ejercicio.

La Pepa, la Constitución promulgada el 19 de marzo de 1812, con los votos en contra de absolutistas y pioneros ultramontanos, es por fin vindicada sin ninguna reserva mental por el líder del principal partido de las derechas españolas. Y con toda legitimidad.

Rajoy lo había apuntado en gran discurso parlamentario hace meses, complementado hace nada por su comentario: “Para ser presidente del Gobierno haría falta algo más que ser español y mayor de edad”. ¿Reintroducirá el PP el voto censitario? ¿Cuáles las calidades exigidas para ser elector activo y pasivo?.

Fijaba La Pepa como Nación española “la reunión de los españoles de ambos Hemisferios”. ¿Concederán los populares la plena nacionalidad española a todos los hispanoamericanos, toda vez que con ello se repararían los errores de las guerras de Independencia a un lado y otro del Atlántico? ¿Se tendrá en cuenta, pues, que la mayoría de los hispanoamericanos, con las posibles calidades electorales a requerir, votarán más hacia la derecha que hacia la izquierda, tal como es tendencia clara entre los ya residentes en España?.

Desde luego, es altamente improbable que el PP pida la desamortización de los bienes materiales de la Iglesia Católica en España, salvo que en el País Vasco o en Cataluña se comprobara que el clero secular y el regular tuvieran tendencias nacionalistas indeseables... e irreprimibles de otro modo.

Lo que si es muy probable es que se acometiera la desamortización del resto de las manos muertas. Los comunales de los pueblos en 1812 eran fundamentalmente terrenos. Hoy se propondría liberar más suelo público para la construcción particular, cotos de caza cerrados y campos de golf doquiera. Tal vez se podrían privatizar -al menos, la gestión- los comunales de la Seguridad Social, las prestaciones por desempleo, la asistencia sanitaria… por qué no, las propias Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y los oficiales penitenciarios, junto a las Fuerzas Armadas, aunando desamortización y externalización…

Lo dijo Rajoy, teniendo en perspectiva una posible victoria popular en las siguientes elecciones generales, todo lo antedicho “lo será en 2008, cuando se cumpla el bicentenario de una serie de acontecimientos que pusieron en marcha una reivindicación liberal que culminó con la Constitución de 1812”.

La Pepa se aprobó bajo las circunstancias aquí ya apuntadas.

Destruida la Armada por el inglés en la de Trafalgar de 1805, mediando una larga crisis económica que era de subsistencia para muchos habituados a vivir conforme el viejo modo de vida, ocupada la Península por el francés, en guerras civiles llamadas de Independencia en ambos lados del Atlántico, había “enemigos interiores y exteriores” de los que precaverse, como se contemplaba en La Pepa, a imagen del francés ejemplo jacobino. Y es que las fronteras son algo más que barreras físicas, son construcciones mentales.

Perdida casi toda la América, España conoció en su suelo sucesivas guerras civiles iniciadas ya en 1808, y siempre declaradas contra lo liberal por los herederos del absolutismo ultramontano, como lo es, en parte, ETA hoy.

Los liberales, antes que la Guardia Civil, fundaron la Milicia Nacional para afrontar al enemigo interior y apoyar al Ejército de la Corona establecido ya como regular y permanente, que tardaría mucho en ser Ejército Nacional… unos dicen que tras el Abrazo de Vergara, otros que hasta que “cautivo y desarmado el ejército rojo… etc.”.

Yo digo que el Ejército Nacional lo fue, por fin, con la Constitución de 1978, aunque luego quedara muy dañado, desde todo punto de vista, con la supresión práctica del Servicio Militar Obligatorio pactada, por mera conveniencia, entre dos nacionalistas españoles de aparentes distintos intereses: Pujol, en eso, toreó a Aznar, con gran exito de opinión y público.

Bien está en vindicar La Pepa, y Rajoy el primero. Sea enhorabuena.

Pero las consignas de mundial aplicación elaboradas o, quizá, tan sólo recibidas en Génova no bastan.

No es el caso de Rajoy, ciertamente, pero al igual que se decía de los milicianos nacionales en clandestinidad cuando los neos se cargaban La Pepa y las subsiguientes -so pretexto de la defensa de España, el primero dellos, avant la lettre, fue Fernando VII- a los redactores de las dichas consignas “se les ve el plumero”.


***

Ya se verá si los celtíberos neocon de hogaño comparten todavía algo con los neos de antaño.

Sospecho que no, pues los celtíberos neocon tienen mucho que ganar… a partir de 2008. Siempre dentro de la Ley y del Estado social y democrático de Derecho.

Lo que si sé es que Juan Carlos I y el Príncipe de Asturias –me consta- no son, ni los fernandoséptimos ni los alfonsostreces del siglo XXI.

Y no están sólos: aunque no sómos todos de Almería, somos mayoría.

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