Va contra nuestra civilización, va contra la Humanidad, va contra lo más sagrado que compartimos todos los seres humanos.
El ataque -profanación, digo yo- de la sepultura de Gregorio Ordóñez, realizado ayer Día del Holocausto, es un crímen especialmente execrable.
Y el castigo debe ser ejemplar... especialmente ejemplar, pues para la comisión de ese crímen hubo previamente que corromper a menores.
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