Semanas atrás pregunté a una excelente profesional polaca por la cercanía de su comarca de origen, al sur de Cracovia, respecto de Ucrania.
Sin perder la compostura, pero con leve rictus de alteración, mi interlocutora recalcó que la verdadera cercanía era con Eslovaquia.
Servidor dio por buena la respuesta habida cuenta que nada de positivo saldría de entrar a discutir y, menos, en una amable y nutrida sobremesa.
Hay poca noticia acá sobre la breve existencia de Rutenia tras la desintegración inducida de Checoslovaquia en 1939. Menos, que la Ucrania Occidental había conocido efímera independencia, tras el fin del Imperio Austro-Húngaro y del Imperio Ruso en 1918, frente a polacos y… ucranianos orientales. Las matanzas y deportaciones directamente asociadas a esa no tan pequeña ni tan particular historia de gentes, fronteras y estados se prolongaron más allá de 1945.
Esas y otras matanzas -como las sufridas por los alemanes a partir de 1945 en los Sudetes y en Prusia- permanecen en el imaginario colectivo europeo y europeísta en una oscuridad muy densa, no así en la personal memoria heredada de cada quién, aunque determinante para explicar el proceso de construcción de la Unión Europea ;… y son hechos a no extrañar cuando, con tanta facilidad, de la mano tenebrosa de Teherán, se pretenden echar en olvido las que fueron mayores en número y pérfida saña por parte de los perpretadores…
Lejos de todo olvido, uno de los mejores estudiosos sobre esas realidades del pasado europeo es el italiano Andrea Graziosi en su libro Guerra e rivoluzione in Europa. 1905-1956 (Bolonia: Il Mulino: 2001). Gracias a una ya lejana lectura del mismo, pude interpretar el rictus de desazón de mi interlocutora polaca ante mi pregunta. Y, por ello, estos días he vuelto a releer el, para mi, ya clásico texto.
Graziosi da rigurosa cuenta de todo lo antedicho con elegancia y finura al realizar la sugestiva reflexión sobre la Historia europea que pretendió. Graziosi no incluyó en su análisis, ni la interpretación del devenir de los Países Nórdicos, ni del de los ibéricos, aduciendo su relativo aislamiento respecto de las corrientes ideológicas europeas predominantes. Sin embargo, a modo de digresión, Graziosi desvela una inquietante interpretación sólidamente documentada sobre los orígenes españoles de la Gran Purga realizada por Stalin. Así:
“… fue en España, donde el empeño, realizado de forma casi aislada (respecto del conjunto de Europa) desde la crisis de 1898, en tratar de encontrar una solución al problema de la refundación de un estado y del establecimiento de una sociedad de españoles modernos terminó en guerra civil, acontecimiento que catalizó e hizo precipitar en toda Europa la fusión de la ideología de la interpretación del ‘presente como historia’. Y no sólo eso; parece ya irrefutable que las referencias al papel jugado por la ‘quinta columna’ franquista en España sembraron en Stalin la idea de la necesidad, en previsión de la guerra, de las grandes purgas de 1937-38, según se deduce de anotaciones hechas al margen en los recortes de artículo de prensa sobre España conservados en sus archivos personales”.
A quienes, intentando comprender el presente de las guerras que hoy vivimos rastreamos también en el pasado, leer y releer tal interpretación nos deja un persistente relámpago en el espinazo.
Incluso en España, tan ensimismados como estamos siempre en nuestras cosas, ese relámpago nos pone sobre aviso sobre persistentes cuestiones que no conocen fronteras claras.
No pocos de los militares soviéticos liquidados en aquellas purgas formaban parte del entorno intelectual del mariscal Tujachevsky –en grafía inglesa, Tukhachevsky- que proponía conceptos para la conducción de las guerras más sofisticados y potencialmente más eficientes que sus pares alemanes y británicos.
De haberse establecido dichos conceptos como parte de la doctrina militar soviética, tal vez hubieran facilitado por el logro de victorias militares en las guerras que se veían como cercanas y que, finalmente, acontecieron.
Tal vez, esas victorias hubieran llevado a un enfrentamiento político final contra Stalin y su régimen. En sustitución de dicho régimen se habría llegado, seguramente, a la imposición de una dictadura burocrática de carácter militar, liquidando o subordinando el aparato del partido comunista como columna vertebradora del Estado. En mejor pero más improbable de las opciones, obligado a una revolución democratizadora; una revolución tal que apenas es hoy reconocible en las sucedidas en Rusia y su hinterland inmediato tras la implosión de la Unión Soviética hasta llegar al actual régimen burocrático de Putin…
El hecho cierto es que la eficacia y eficiencia militar apuntada por aquellos teóricos militares soviéticos dejó de ser una posibilidad en 1939, 1940, 1941 y… no se pudo limitar el consabido número de muertos producido en Rusia y en el resto del mundo.
Todavía hoy están sin resolver los dilemas políticos que plantea tal posibilidad reeditada hoy en las sociedades democráticas más avanzadas y, precisamente, más burocratizadas. En el llamado, urbi et orbe, “proceso de Transformación de la Defensa y/o de las Fuerzas Armadas” no se afronta expresa y abiertamente la solución de tales dilemas políticos. El cómo evolucionarán las sociedades gobernadas democráticamente ante la presión de terroristas que han hecho de la violencia factor casi exclusivo de su legitimidad ante públicos más o menos restringidos no es el menor de ellos.
Desde luego, en las Europas que se superponen desde los Finisterres atlánticos hasta bastante más allá de los Urales y el Caúcaso, las soluciones prácticas que intenten resolver ese dilema determinarán, me temo, la evolución de los mismos temas de nuestro tiempo vigentes desde aquel pasado del que vengo escribiendo. No es cosa de broma, para el caso español, que Graziosi cite a Ortega y Gasset… tan actual todavía hoy bajo los postmodernos mantos que cubren pelo de las dehesas hispanas.
1 comentario:
Además de los alemanes de los sudetes: los croatas devueltos a Tito y posteriormente masacrados, los ucranianos que los ingleses devolvieron a Stalin,... La guerra no acabó en 1945, siempre he hechado en falta un análisis más en profundidad de lo acontecido después de la rendición alemana en Europa, tema sobre el que casi nada se sabe, y es que siempre son los vencedores los que deciden como se escribe la Historia.
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