12/11/2006

Para combatientes (irregulares) nada románticos



El Informe del Iraq Study Group sigue produciendo múltiples comentarios.

The New York Times publicó un excelente análisis militar titulado Will Iraq Study Group’s Plan Work on the Battlefield? en el que se recogían varias declaraciones de interés. Así, del antiguo zar contra la droga de la Administración Clinton, Barry R. McCaffrey, se extraía:

"El concepto general para retirar las fuerzas estadounidenses a medida que los iraquíes construyan su capacidad militar es correcto. Pero arguye que las recomendaciones específicas realizadas por el panel revelan un segundo problema: si las brigadas de combate estadounidenses son retiradas de Irak, los miles de asesores estadounidenses que permanezcan allá pueden encontrarse peligrosamente expuestos, particularmente si los combates degenerearn en una guerra civil abierta. Los asesores pueden ser muertos o secuestrados

(Los autores del informe) han aplicado su pensamiento político pero deberían haber tenido en cuenta situaciones tácticas que, desde mi punto de vista, han despreciado"... "Este es el nido para una humillación nacional".

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McCaffrey es un exponente de los límites de la mentalidad militar estadounidense a la hora de librar guerras irregulares.

Los estadounidenses no acaban de comprender cúal es el papel que otrora desempeñaran con suficiente éxito los jefes de distrito en el Imperio británico, los jefes de puesto en el Imperio francés, por no hablar de los feudales encomenderos de la primera conquista de la América hispana.

Dotados de mínimas fuerzas, fundamentalmente locales, daban seguridad inmediata a la población, confirmando personalmente el compromiso con sus vidas e intereses por parte de la administración.

Se facilitaba así la obtención de inteligencia operativa correcta con que la minimizar los daños colaterales inherentes a toda acción ofensiva en áreas pobladas de civiles.

Desgraciadamente, el pensamiento mecanicista propio de las sociedades industriales avanzadas favoreció el que se cayera en el error de combatir las guerras irregulares como si de convencionales se tratara.

Adwa, Annual, Dien Bien Phu, la ofensiva del Tet o las persistentes guerras de atricción mediática montadas en Irak o Afganistán demuestran cuán débiles de fondo son nuestras poderosas maquinarias bélicas.

Lejos de todo romanticismo á la Kipling o a la Enciclopedia Álvarez para bachilleres, hace falta un pensamiento fractal para gestionar el aparente caos en el que nos movemos en esta maldita guerra global contra el terrorismo.

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Un libro de interés para comprender el asunto, aunque limitado por anglosajón: Bernard Porter. Empire and Superempire. Britain, America and the World. (New Haven and London: Yale University Press: 2006)

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