En defensa de Israel, las circunstancias en las que se produjo el bombardeo de Beit Hanun deben ser completamente aclaradas y depuradas todas las responsabilidades a que hubiere lugar.
Se ha escrito que hubo una distancia de 500 mts entre el blanco previsto y el realmente batido. Dada la profesionalidad de las Fuerzas de Defensa de Israel:
- Si, como se ha publicado, se siguió un protocolo para la dirección manual del tiro artillero, el error es improbable.
- Si se triangularon las coordenadas automáticamente, el error es casi imposible, y
- Si se usaron, como también se ha publicado, nuevos sistemas que fallaron, el error sería especialmente criminal, pues se habría hecho evidente que esos sistemas también ponían en riesgo la seguridad de las propias fuerzas.
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En Normas para la paz, Lluis Bassets presenta en El País de hoy consideraciones extraídas del propio debate político e intelectual israelí que este servidor aceptaría plenamente si no fuera porque Bassets olvida, como siempre habilmente manipulador, algunos hechos que resultan ética y políticamente claves:
- Los ataques con cohetes desde territorio palestino - o desde territorio libanés, o, como antaño, desde las laderas del Golán- nunca han sido ni son producto del error. Son premeditadamente indiscriminados y destinados a aterrorizar a la población israelí, y
- Toda crítica elevada contra esas prácticas en el seno de la sociedad árabe-palestina y en el conjunto de las sociedad árabe y persa ha tenido siempre el mismo fin: la persecución y, llegado el caso, el asesinato del crítico.
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En defensa de Israel, Israel, cualquier israelí al cabo, no puede consentir en caer en prácticas que asimilen a sus combatientes con sus adversarios. Asimilarse a los adversarios fue el error que cometió Francia en Argelia y, también, el cometido por los EE.UU. en Vietnam buscando "contar cuerpos" para deducir que se estaba camino de la victoria.
La victoria de Israel sólo se producirá cuando sus adversarios renuncien a cometer crímenes contra Israel.
No se producirá si Israel, cualquier israelí al cabo, traiciona los principios de su pueblo, felizmente restaurados en su práctica como Estado desde los días de Ben Gurion (*) y la liquidación de los gangsters del grupo Stern.
Mario Sznajder, titular de la Cátedra Léon Blum de la Universidad Hebrea de Jerusalén, anota una vía práctica asentada en dichos principios en Cómo detener la violencia en Oriente Medio
Recuérdese que el Dios de Israel sólo mostraba ira con su pueblo cuando el pueblo -sus reyes y generales destacadamente incluidos- se traicionaba a si mismo... como suele ocurrir entre todas las naciones.
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(*) Averiguado hoy, no me sorprende el hecho de que Ben Gurion -bendita sea su memoria dentro y fuera de Israel- aprendiera castellano con el objeto de leer en su idioma original El Quijote, libro cuya lectura consideraba como prerrequisito para cualquiera que quisiera ser hombre de Estado efectivo... No por causalidad, Pinochet prohibió El Quijote nada más llegar cruentamente al poder.
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