10/01/2006

El Líbano: ánimo, 'que veinte años no es nada'


Otra vez escribiendo en domingo en este minarete personal.
El último soldado israelí ha abandonado El Líbano. Ahora, realmente, empieza la misión de la FINUL extendida en la que participan tropas españolas.
El despliegue ha sido rápido y efectivo, más de lo esperado en algunas cancillerías y foros. Tampoco ha dejado de estar exento de incidentes. El pasado jueves, tres carros de combate franceses "Leclerc" de la FINUL y dos carros de combate israelíes "Merkava" se mantuvieron veinte minutos vigilándose a distancia de tiro hasta que los mandos de la ONU ordenaron la retirada de los galos.
Ya en domingo, oportunamente, El País avanza su portada anunciando que en su interior hay una entrevista con Bachar El Asad, presidente de la República de Siria por derecho de herencia, fenómeno que ya sucedió con los Somoza de Nicaragua. La portada recoge la siguiente advertencia de El Asad: "Si existe voluntad de introducir armas de contrabando en Líbano, ningún despliegue militar podrá evitarlo”.
Leermos el contenido íntegro de la entrevista, pero se puede concluir de entrada que, con esta afirmación, El Asad no miente.
Dura y larga será, aún yendo todo bien, la tarea de los pacificadores al servicio de la ONU.
Tal vez, cuando se cumpla la fecha, habrá quien cante en El Líbano, por lo bajo, el verso de Volver, tango inmortal cuya letra escribiera Alfredo Le Pera para que todavía hoy Carlitos Gardel lo cante mejor que nadie: "que veinte años no es nada".
Para lo de los Somoza y los El Asad tengo explicación desde hace, pues eso, veinte años; desde que asistí a un curso de doctorado sobre estructuras y estrategias familiares y de poder en la España Moderna que, siguiendo apellidos muy sonoros, reconocía las trazas y las mañas -que siguen- hasta nuestros días. Hay algunos de estos que comienzaron vinculados a familiares de la Inquisición en el siglo XVI y que hoy figuran en el periodismo más audaz para el lector más cañí.
Lo de lo de los Somoza y los El Asad son ejemplos extraordinarios que, en todo caso, se dan en todos los ciclos históricos, civilizaciones y culturas políticas. España, en ello, ni ha sido ni es diferente.
Qué quieren qué les diga este servidor suyo.
Así es la vida, así es la Historia: "que veinte años no es nada".
Desgraciadamente, como sobre tantas otras cosas, no sé cómo se podrá evitar que lleguen a El Líbano armas sin pasar el control de los instrumentos al servicio de la legalidad internacional dada la enorme voluntad por facilitarlo que tienen algunas, demasiadas voluntades.
Tengan por cierto que, si lo supiera, aquí no lo iba a contar.

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