Servidor le tiene dicho a sus hijos ya adolescentes que, si en el continente las cosas fueran mal, escalen las blancas rocas de Dover en busca de refugio aunque los británicos lancen aceite hirviendo sobre ellos.
Leemos en El País que El Senado de EE UU aprueba la construcción de un doble muro de seguridad en la frontera con México. Vana ilusión es la de frenar las oledas de inmigrantes que llegan a su frontera sur por parte de un gran nación que por sí misma es todo un llamamiento a intentar residir allí , (en la foto, el muro existente en Arizona).
Acá, en el continente, pasa lo mismo. El debate se ha centrado en un rifirafe entre Sarkozy, ministro del Interior de Francia, y el presidente Zapatero. Federico Quevedo, La educada lección de Sarkozy, afirma que Jorge Moragas, responsable de internacional del PP, aseveró trás las críticas del segundo a la política de integración de inmigrantes en Francia que “Le acabo de enviar (a Sarkozy) el Diario de Sesiones. Si Zapatero se piensa que puede hablar así del candidato de la derecha francesa a la Presidencia de la República, va listo”. Servidor, en este minarete personal y a propósito de Canarias, ya apuntó los condicionantes que pesan sobre las políticas de inmigración en la Unión Europea.
No sorprende que Francia, unilateralmente, logre que Senegal acepte la presencia de sus patrullas contra la inmigración después del fracaso español en el mismo empeño: Senegal, desde los tiempos de Leopold Sédar Senghor, es formalmente un Estado bajo un bastante evidente régimen de protectorado de Francia, de la que constituye una avanzada para el control geopolítico de África y, a lo que se ve, de Europa.
Lo que sorprende es la aparente actitud de servicio a un ministro de Francia en el PP español. Uno tiene simpatías declaradas por Sarkozy y le juzga incapaz de presionar a sus correligionarios españoles en su beneficio. Tal vez, bajo las apariencias, las imágenes reales señalen que pasa exactamente lo contrario...
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