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Hoy Santiago Carrillo, por enésima vez, ha presentado la vieja visión estalinista, criminal y mentirosa, sobre la persona y figura de Juan Negrín.
Sabemos que los papeles de Negrín -los de sus ministerios públicos son propiedad del Estado y pueblo español- siguen en París a la espera de un acuerdo entre la familia, los mediadores y el gobierno de España que toque para que regresen acá.
Sabemos que los mediadores, con Sergio Millares, de los Millares de toda la vida en las Canarias a la cabeza, conocen los papeles... hasta pueden hacer una selección.
Sabemos que la vieja visión estalinista, criminal y mentirosa segurirá sosteniéndose. El general Rojo envió una carta -tal vez desaparecida para siempre en una selección- a Negrín en marzo de 1939. La carta tenía que llegar, para su transmisión al interesado, a manos del general Matallana y del almirante Buiza a la posición Pekín. La carta fue confiada a un jóven teniente de milicias, Jaime Renart, amigo de Ángel Rojo, hijo del general. Y no llegó jamás a su destino.
Sabiendo estas cosas, y leyendo lo de Carrillo, el artículo de Luis Suárez Fernández, celador de los papeles de Franco -los de sus ministerios públicos son propiedad del Estado y pueblo español- también hoy publicado, parece un mediador candoroso. Pero no lo es; los anversos y los reversos de las falsas monedas se complementan necesariamente en su selección para darles apariencia legal.
Los Pío Moa y Carlos Blanco pueden estar tranquilos. Carrillo y Suárez Fernández les segurirán dando pretextos. Y la cobardía de muchos, a izquierdas y a derechas, consintiéndoselos.
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