Mientras que los gurús neo-con Frederik W. Kagan y William Krystol proponen más de lo mismo y sus aprendices celtíberos no hacen otra cosa en todos los asuntos, mientras que Ralph Peters se derrota a si mismo -como me avisa un hispanista viajero- al afirmar que "la nueva doctrina contrainsurgencia (en Afganistán e Iraq) es deshonesta y cobarde", Miguel González, en El País de hoy, yerra al titular "Afganistán: el retorno de los talibanes": no retornan, pues nunca se fueron, ya que no fueron vencidos políticamente aunque lo fuera militarmente su régimen en 2002.
Dice el hispanista viajero que "el objetivo principal de la guerra que sostiene EE.UU. y, con ellos, Occidente, no deben ser los terroristas activos, sino la población que, por simpatía o por miedo, presta a dichos terroristas cualquier tipo de apoyo o condescendencia". Occidente debe lograr que su victoria política sea vivida por dicha población como victoria propia.
Ni siquiera en las cercanas montañas, ni siquiera en los cercanos desiertos, los neo-con están emocional e intelectualemente preparados para comprender tan buenas razones.
Alejandro el Grande alcanzó en Afganistán su límite. Occidente lo halla hoy también allí. Comentando en The Journal of Military History (Vol. 70. No 4, October 2006) el libro de Frank L. Holt Into the Land of Bones: Alexander the Great in Afghanistan (Berkeley: University of California Press: 2005), Anthony J. Papalas afirma:
"El objetivo de Alejandro, similar al de sus actuales émulos, era eliminar a los 'señores de la guerra' que patrocinaban a los "terroristas" y minar sus políticas. No debemos sorprendernos al aprender que un clima severo, una topografía durísima, crueles lealtades locales y una población en general xenófoba hicieron dificultosísimo el empeño de Alejandro. El mismo Alejandro quedó pasmado cuando comprobó que su excelente ejército, dotado de armas de alta tecnología como las catapultar, no pacificaba rápidamente la región".
En España, el ministro de Defensa explica hoy, a las 1000 GMT+2, en la Comisión de Defensa del Congreso de los Diputados, por enésima vez, la participación española en la misión ISAF de la OTAN en Afganistán. Será severamente criticado por la oposición del Partido Popular, tan influída por los neo-con.
Desgraciadamente, nadie está en disposición de hacer hoy lo que Alejandro hizo para vencer: casarse, desde luego por conveniencia, con Roxana, la afgana. A cambio, los neo-con cada vez se parecen más a nuestros comunes enemigos: los talibán.
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