8/31/2006

España, los árabes, los israelíes: comentarios sobre Florentino Portero

Florentino Portero es el más fino analista internacional de la derecha española. Aunque no es militante del PP, presta sus servicios en GEES / FAES, tras haber consolidado una excelente carrera académica en la pública Universidad Nacional de Educación a Distancia realizada en paralelo a sus juveniles trabajos en la Fundación Ortega y Gasset.
De los liberales a la española -ya saben, aquellos que tras conversar de política con un tory británico, dejan a éste preocupado por lo que ha oído, mientras que ellos propalan que hay por ahí un rojo inglés muy peligroso- es quizá el menos montaraz. Tal vez, porque no tiene los antecedentes de un trostkista reconvertido pasado de largo por El País, o los de un tardofalangista muy práctico deslumbrado en el camino de Damasco -para el caso, Argel- por la luz favorable del mercado.
Hoy GEES recoge una conferencia de Portero librada el 30 de agosto en la opusdeista Universidad de Navarra, dentro del programa del curso de verano “España ante el Islam. Confrontación e integración de civilizaciones”.
Titulada "La política exterior española y el Mundo Árabe", empieza mal: "España perdió la Segunda Guerra Mundial". Lo peor de la derecha española cuando simplifica es que, como Carod Rovira y Jon Josu Imaz entre otros, confunde España con el régimen franquista. Lo cierto es que esa guerra la perdió, con la derrota militar del Eje, dicho régimen vigente, asentado en una mayoría sociológica suficiente entonces en España, aunque sobrevivió a ella, como Hizbulláh hoy.
Portero traza grosso modo las relaciones del franquismo con el mundo árabe, que van mucho más allá de las existentes con Marruecos en las que insiste. Aparte de sus excelentes e interesadas relaciones con las monarquías de la Península Arábiga, habría que señalar, al menos, el apoyo del aparato franquista al FLN argelino contra Francia, que llegó a ser paralelo al brindado a la OAS, y las transferencias al Egipto de Gamal Abdel Nasser de armas y de tecnologías alemanas recibidas tras la derrota nazi en Europa.
Pero Portero acierta a bosquejar la evolución de la derecha y de la izquierda españolas en sus apreciaciones sobre Israel, verdadero objeto de su conferencia.
Describe bien cómo los que entrecomilla como "liberales" perdieron peso en el PSOE hasta llegar a estar éste dominado por los que llama "tercermundistas", cuyos ideales hoy informan la política exterior del actual gobierno socialista.
Acaso simplifica en exceso, pero sin error, cuando vincula la evolución hacia posiciones pro-israelíes de la derecha española a las percepciones sobre la lucha contra el terrorismo de ETA o al miedo a la implantación en España de comunidades musulmanas con número de individuos y niveles organizativos similares a los existentes en Francia y Reino Unido.
En suma, Portero, señala que la derecha española es pro-israelí por razones prácticas, sin apenas más respaldo ideológico que la mención a la necesaria solidaridad entre "democracias amenazadas". Al tiempo, la izquierda, identificada con el gobierno del PSOE, aparece como un sector fuertemente ideologizado con fuertes tendencias antidemocráticas que Portero asimila a la preeminencia del pacifismo a ultranza y del multiculturalimo convertido en caballo de Troya de los interses musulmanes antidemocráticos.
Aun simplificando en exceso las razones de quienes, en el seno de la izquierda y precisamente militando en el PSOE, sostenemos posiciones distintas a las mayoritarias en nuestra dirección política, Portero ha trazado un esquema válido de interpretación para la acción digno de tener en cuenta.
Lo cual no quita que se deba avisar a los amigos israelíes - y a los demócratas en general- del poco respaldo sociológico que las actitudes pro-israelíes de la cúpula política y la supraestructura académica del PP tienen entre sus bases y electores.
La masa de la derecha española está más cerca de las posiciones de los cardenales Cañizares y Rouco, cuando estos identifican a España como una unidad nacional dentro de un catolicismo interpretado restrictivamente. Esta es una opción de peso entre la derecha española de a pie que deja puertas abiertas a reediciones de textos similares a los añosos del padre Zacarías de Vizcarra.
Sugiero la lectura de la particular interpretación de éste último, abajo transcrita y anotada, sobre las revelaciones de Santa Brígida, princesa sueca elevada por cierto por Juan Pablo II con apoyo del cardenal Ratzinger al rango de patrona de Europa.
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"Tenemos que España y su estirpe, es decir toda la Hispanidad, debe cumplir todavía dos brillantes misiones en la Cristiandad, para salvar a la humanidad en su más terrible crisis: 1. Debe derrotar al Anticristo y a toda su corte de judíos, con el signo de la cruz. (...) 2. Debe España completar al obra inicial en Covadonga, las Navas, Granada y Lepanto destruyendo completamente la secta de Mahoma y restituyendo el culto católico a la catedral de Santa Sofía, en Constantinopla".
(Zacarías de Vizcarra. "El apóstol Santiago y el mundo hispano". Acción Española II [1932]; citado en Alfonso Botti. Cielo y dinero. El nacionalcatolicismo en España (1881-1975). [Madrid: Alianza: 1992; pg. 82, n. 32]

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