Si el embajador D. Pedro Manuel de Arístegui y Petit viviera, el 16 de abríl hará 20 años que lo asesinaron junto a sus colaboradores en Beirut, leería con mucho detenimiento este texto de su colega David Passage, viejo conocido de los días de El Salvador.
Ambassador (ret) David Passage is a 33-year veteran of the US State Dept who served in Europe, Asia, Central and South America, Africa, and lived in the Middle East/South Asia before joining the Foreign Service. Most of his career was spent in politico-military affairs, including two full PCS details to DOD (with MACV/CORDS in Vietnam and as POLAD to SOCOM) and one to the NSC. He was Deputy Chief of Mission/Charge d’Affaires in El Salvador at the height of that country’s civil war in the 1980s, a US negotiator during the successful effort to get the 36,000-man Cuban expeditionary force out of Angola in the late 1980s, and Coordinator of Andean Affairs during the development of "Plan Colombia" and the change in policy which permitted the US to begin assisting Colombia to deal with its twin internal insurgencies in addition to the counter-narcotics campaign.
En la foto, Memorial de la Guerra (Beirut, Líbano), obra del escultor francés Armand Fernández, (a) "Arman", casi seguro que inspirado en cómo se ponían los cañones de 122mm en los pisos para ser usados a modo de fusil de francotirador...
Dicho esto, afirmo que, habiéndolos hoy, nos faltan más Pedros de Arístegui.
Entre los militares españoles consta que hay uno, un tío al que se le debe respeto por saber ser Jefe, un tal General D. Vicente Díaz de Villegas : "Sabía que mi decisión no iba a gustarle a nadie. Y pagué un alto precio personal por ella. Pero era mi deber como oficial. Debía sinceridad a mis subordinados y lealtad a mis superiores. No tenía otra elección".
También ayer mismo, sin ir más lejos, Ricks, del Washington Post, dió el perfil de otro que tal, un tal General D. Raymond T. Odierno, The Dissenter Who Changed the War.
Con Jefes así -civiles y militares- la gente que se expone sabe que no están abandonados de la mano de Dios, constituyendo ello factor moral imprescindible que no tiene precio. De no actuar ellos, la alternativa a lo que hay es la alternativa dentro y fuera de casa que simbolizan Kurtz y su monólogo. (*)
(*) Congo y Vietnam, Conrad y Coppola lo mostraron, este último haciendo a Brando declamar el verso de T.S. Elliot: "Somos los hombres huecos, somos los hombres rellenos", ecos de Shakespeare, de Calderón, de Ibsen y de Pirandello... también en Blade Runner, hay ecos de "los más nuestros".
En la foto, Memorial de la Guerra (Beirut, Líbano), obra del escultor francés Armand Fernández, (a) "Arman", casi seguro que inspirado en cómo se ponían los cañones de 122mm en los pisos para ser usados a modo de fusil de francotirador...
Dicho esto, afirmo que, habiéndolos hoy, nos faltan más Pedros de Arístegui.
Entre los militares españoles consta que hay uno, un tío al que se le debe respeto por saber ser Jefe, un tal General D. Vicente Díaz de Villegas : "Sabía que mi decisión no iba a gustarle a nadie. Y pagué un alto precio personal por ella. Pero era mi deber como oficial. Debía sinceridad a mis subordinados y lealtad a mis superiores. No tenía otra elección".
También ayer mismo, sin ir más lejos, Ricks, del Washington Post, dió el perfil de otro que tal, un tal General D. Raymond T. Odierno, The Dissenter Who Changed the War.
Con Jefes así -civiles y militares- la gente que se expone sabe que no están abandonados de la mano de Dios, constituyendo ello factor moral imprescindible que no tiene precio. De no actuar ellos, la alternativa a lo que hay es la alternativa dentro y fuera de casa que simbolizan Kurtz y su monólogo. (*)
(*) Congo y Vietnam, Conrad y Coppola lo mostraron, este último haciendo a Brando declamar el verso de T.S. Elliot: "Somos los hombres huecos, somos los hombres rellenos", ecos de Shakespeare, de Calderón, de Ibsen y de Pirandello... también en Blade Runner, hay ecos de "los más nuestros".
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