Hoy termino un ciclo que comenzó cuando se planificaba la Operación Campamento en el Ministerio de Defensa, entonces bajo la égida de Narcis Serra.
Hace ya más de veinte años que servidor concluyó que la presencia militar en Madrid obedecía operativamente más a la lógica del empleo de las comunicaciones radiales que a otra cosa. Ello era así desde que dichas comunicaciones se establecieron a partir de la racional humorada Felipe II de construir el Real Sitio de El Escorial como sede permanente de la Corte. (Vid. ASPIZUA TURRIÓN, J. (1987): «El espacio militar en Madrid: orígenes y evolución (siglos XVI al XX)», Revista de Historia Militar, núm. 31, pp. 179-187).
Considerar el centro de la meseta peninsular como torre del homenaje de la ciudadela de la Monarquía Hispana no estaba mal concebido. Lo cierto es que, desde 1648 hasta hoy, plasmada la secesión de Portugal como muestra de la crisis del Imperio, el centralismo absolutista, el liberalismo no menos centralizador y hasta los afanes republicanos de un Azaña siempre consideraron esa capacidad operativa militar como clave del poder central del Estado.
Hoy se habla de balanzas fiscales. Y El País, para explicarnos los dos métodos de su cálculo facultativo, nos señala:
- ¿Cuál de los métodos de cálculo es mejor? Para ver el impacto de la Administración sobre un territorio se usa el método del flujo monetario, que imputa el gasto en el lugar donde de materializa (un funcionario del Museo del Prado consume en el bar de la esquina, no en otra comunidad). Para saber el impacto sobre el bienestar de los ciudadanos se usa el método del beneficio (todos nos beneficiamos de la Defensa).
No voy a entrar en el resto de explicaciones. Me alegra que se ponga negro sobre blanco que todos nos beneficiamos del bien público llamado Defensa.
Pero, a cambio, si señalaré que dentro de las Fuerzas Armadas españolas, especialmente en las terrestres, se suele hablar del Ejército de Madrid en contraposición al de las provincias.
El hecho cierto es que la cadena logística que genera el Ejército de Madrid en dicha ciudad, su actual comunidad y territorios vecinos suma flujos monetarios e impactos de beneficio muy superiores en el día a día respecto del resto de España.
Así, por ejemplo, como ahora toca hablar de la crisis de la construcción (Martinsa/Fadesa + La Caixa, Banco Popular y Caja Madrid), anotemos pués el trabajo de Dolores BRANDIS & Elia CANOSA & Manuel MOLLÁ & Isabel RODRÍGUEZ & Ester SÁEZ. La reconversión del espacio militar en Madrid: su reutilización en los últimos veinticinco años, CIUDAD Y TERRITORIO Estudios Territoriales, XXXVII (144) 2005.
De las consecuencias y efectos de toda índole que se derivan de todo lo antedicho y anotado cabría hablar largo y tendido.
De momento, se puede afirmar que la actividad cotidiana de Defensa beneficia a Madrid, sus habitantes y los de su hinterland inmediato más que a nadie. También, y no es moco de pavo, que esos beneficios y flujos condicionan la mentalidad política predominante entre los servidores públicos de la Administración Central y de no pocos de los habitantes de Madrid, a derecha e izquierda.
Dicho un poco en broma, en el imaginario central, absoluto, liberal y hasta republicano de, por poner un ejemplo, Esperanza Aguirre y Gil de Biedma, el bombardeo de Madrid es siempre una desgracia a evitar a toda costa. Otras desgracias son, empero, perfectamente soportables y, sobre todo, útiles si de consolidar el poder del que se disfruta se trata.
En dicho imaginario, aunque no suele expresarse más que en reducidos círculos, Asia empieza un poco más allá de Guadalajara y África, apenas a las afueras de Toledo o, en todo caso, antes de llegar a Albacete... Sobre las Provincias Vascongadas, qué decir, inserto Mapa de Teatro de las operaciones del ejército del Norte en Mayo de 1836. "Memoria justificativa que dirige a sus conciudadanos el general Córdova". Paris 1837.
Abajo, traza según el Museo Zumalacárregui, de la Expedición Real (carlista) de 1837, que rodeó Madrid sin tomarla. No veo yo hoy a los "jiménezlosantos", "savateres", "rosasdíez" o "pedrojotas" haciendo de Baldomero Espartero, Príncipe de Vergara (calle famosa de Madrid).
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