El próximo día 25 de junio hará dos años que Gilad Shalit está cautivo.
Lo último que sabemos es por una carta, hecha llegar a su familia por sus captores de Hamas.
Estas historias de cautivos tienen un largo pasado -léan Los Baños de Argel, de Miguel de Cervantes- quizá también un largo futuro, allí, allá, acá y acullá. Pensando en él, en todos los nuestros, también -¿por qué no?- en un pobre desgraciado de Sevilla, he escrito hoy 18 párrafos, 116 líneas, remitidos a la autoridad competente, mientras tenía cerebro y mente informados por este hermoso himno de café-concert.
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