2/23/2008

Del derecho a la libertad de expresión y de acción política de los militares


El TGral. Mena, hoy en la reserva y desde ABC, puede decir y escribir lo que le venga en gana, faltaría más.

Lo mismo que pueden hacerlo Zapatero, Pizarro, Rosa Díez, Ibarretxe, Bono, Artur Mas, Regina Otaola, Carod-Rovira, María San Gil u, hoy 23 de febrero, "el viejo profesor socialista" Alfonso Lazo, todos a respetar en el marco democrático de los debates públicos.

Y el resto de los ciudadanos españoles tenemos el derecho a oir, escuchar y comprender las propuestas y objetivos de todos los dichos, de tantos otros y de quienes los sustenten. Al final, lo deseable es lograr que cada uno pueda decirse lo que dijo el general De Gaulle ante la multitud en Argel hace casi 50 años: "Je vous ai compris". Y, también, contraponer las críticas que sean de su gusto a lo que se dice, se escribe o se hace y elegir qué y a quienes votar en los comicios democráticos.

En una democracia consolidada, los militares tienen el derecho y el deber de decir y escribir públicamente lo que les venga en gana. En especial, sobre asuntos para los que están estrictamente facultados por las leyes, dentro de normas preestablecidas si están en activo y con entera libertad si están en situación de retiro. Como única norma no oficial, estrictamente etica, deberían hacerlo -como los civiles- sin poner en riesgo vidas o la legitimidad de las instituciones y procedimientos democráticamente establecidos. Las amenazas en tales sentidos -ocioso debería ser decirlo- están contempladas en el Código Penal.

Es más: los militares retirados pueden sumarse a opciones políticas legales, asesorar abiertamente a sus líderes partidistas sin ningún reparo e incluso, serlo como Federico Trillo.

En EE.UU. las cosas pasan con más claridad. En su blog de Washington Post, Earling Warning, el gran Willam M. Arkin mantiene permanentemente los siguienes cuatro análisis referidos a la cuestión: National Security & Foreign Policy Advisers '08; Analysis of the List; Why Advisers Advise y The Generals and the Candidates. Transparencia se llama el efecto, legitimador desde el punto de vista democrático.

Precisamente, en relación con una declaración pública del Jefe del Mando Logístico de la USAF, criticando abiertamente al Secretario de Defensa Gates sobre el número de aviones F-22 a financiar por el presupuesto federal, Arkin escribió la siguiente entrada: Insurbordination and the F-22 Fighter: It's Not So Simple.

De ella extraigo sus tres párrafos finales, que señalan cómo la falta de un pensamiento estratégico claro a establecer entre militares y civiles allá facilita el que lo subsidiario parezca lo fundamental, tal como sucede acá. Los condicionantes pueden parecer distintos en calidad o en magnitud, pero políticamente tienen los mismos efectos, acá y allá.

Lost in the shuffle of this high-stakes game is the future. It surely isn't the place of the Air Force to prepare for war with China just because it sees itself as the "strategic" service and is looking beyond Iraq. But it is someone's place. Because Iraq and the war against terrorism have taken over every aspect of our national security -- even in intelligence and homeland security -- there is a gigantic gap in strategic thinking.

An old-fashioned arms race with China is not the future, but the question of how we will shape the future military and how large it needs to be awaits a strategic conception, and in its absence we have a free-for-all. The dynamic today is that anything that can be described as "supporting the troops" gets funded, either in the budget, in groaning multibillion-dollar "supplementals" or in abundant congressional add-ons and earmarks. And it doesn't really matter whether what is being funded is really needed or even whether it can get to the field in time to make a difference in Iraq: it just has to have that label.

The Air Force has failed to makes a convincing public case for more F-22, and the China "threat" is clumsy and self-defeating as justification. But what we're really seeing here is Washington myopia and collateral damage from the Iraq war and the post-9/11 defense bonanza that demands our serious attention.

Desde sus posiciones políticas, el palentino TGral. Mena ya ha hecho campaña indirecta a favor del PP. Desde luego, de su entrevista con ABC se deduce que votaría muy gustoso por el candidato a diputado por Palencia, mi buen amigo y adversario político Ignacio Cosidó. Y ello está bien; si además mi apreciación fuera cierta, yo de él no dudaría en hacer campaña abierta en tal sentido. Sería completamente transparente y, por tanto, más legítimo democráticamente.

Lo que no me gusta es que el TGral. Mena trate sobre las Fuerzas Armadas como si fueran todos sus integrantes un conjunto ideológico casi absolutamente homogéneo y, sobre todo, que parezca de sus palabras que dicha corporación fuera cosa aparte del Estado democráticamente regido que sirve al conjunto íntegro de los ciudadanos de la nación española: vendría así a dar la razón, entre otros, al pícaro Arzalluz.

En la foto, militares de varias naciones cumpliendo con su trabajo en ISAF, revistados por el Rey, que viene haciendo lo propio con más sentido común que muchos de los que invocan su nombre.

P.D. Desde Barcelona, en el períódico La Vanguardia, marca de la casa del Conde de Godó, Enric Juliana escribe con buen sentido Hoy es 23 de febrero.

1 comentario:

USHARKA dijo...

Muy bien dicho. Desgraciadamente, lo que debe ser sentido común no lo es.