1/30/2008

Con los nuestros, también desde la izquierda


Hay días en los que hay que decir las cosas muy claras.

La razón -dando sentido y sentimiento- me señala que, en Afganistán como en otras partes, tenemos que estar con los nuestros, sabiendo que lo digo contra la voluntad de muchos de los míos en respuesta al dilema planteado por El Alijar: O con ellos o a casa.

Desde este minarete personal, de izquierda, suscribo de la A a la Z el artículo que Valentí Puig ha publicado hoy en ABC, como contribución al homenaje a Sir Isaiah Berlin que ha realizado FAES.

Sabiendo bien qué me separa de los aznaríes, por la misma aplicación del pensamiento de Berlin, sin abdicar ni de mis convicciones ni de mis dudas, lo reproduzco:


Si el principio de libertad de elección -a menudo, trágica- nos parece casi una certeza después de tantos utopismos ensangrentados es porque el pensamiento de Isaiah Berlin reafirmó el pluralismo y al hombre como conciencia creativa, autónoma por sus opciones, sus fines y valores, en la confluencia de la Historia entre continuidad y libertad. El determinismo considera que la Historia está teledirigida por fuerzas impersonales más allá de la voluntad humana; niega -dice Berlin- la responsabilidad moral del individuo. Esa fue la gran refriega del siglo XX. En nombre de la necesidad histórica, uno quema seis millones de personas u organiza el Gulag.

El determinismo delega en causas impersonales la responsabilidad por lo que hacemos. En cambio, la responsabilidad entraña la capacidad de escoger. Frente a la inevitabilidad histórica están los poderes del individuo libre. Aceptar la tesis determinista es ceder ante lo ciego y oscuro, rescindir los compromisos con la razón, entregar el poder de decisión que es el honor supremo del ser individual. Nadie ha demostrado hasta ahora de forma convincente -dice- que la imaginación humana obedezca a leyes que pueden ser descubiertas, y hasta ahora nadie ha previsto el movimiento de las ideas.

Berlin razona que uno de los más grandes pecados que puede perpetrar cualquier ser humano es tratar de transferir su responsabilidad moral a algún impredecible orden futuro. Todo paraíso planificado acaba siendo infernal. También se refiere al relativismo. Es entre el determinismo y el relativismo que Raymond Aron plantea la teoría de la acción razonable. Desafortunadamente, a inicios del siglo XXI pueden comparecer nuevos determinismos y perdura, desafortunadamente, la inevitabilidad histórica del mal gusto.

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