11/01/2007

11-M... la guerra continúa


Tras la lectura del texto íntegro de la sentencia del 11-M, sólo cabe concluir una cosa: la guerra continúa.

¿A qué guerra me refiero?

Concretamente, a la que Al Qaeda y sus franquicias tienen declarada, entre otros, a las democracias occidentales desde 1988.

Su intensidad es variable pero siempre es criminal.

Los ideólogos y los estrategas de Al Qaeda y sus franquicias -autores intelectuales de todas sus acciones, tal como está descrito en el CTC at West Point - han hallado en la explotación de nuestras debilidades y vulnerabilidades una vía para lograr su objetivo principal: minar la legitimidad democrática, siempre convencional, de nuestro modelo de vida.

Para conocer los detalles últimos de lo que sucedió el 11-M no hace falta que nadie se entreviste con la cúpula de Al Qaeda, más o menos identificada como está. Desgraciadamente para algunos periodistas y supuestos analistas, ansiosos siempre de convertirse en colaboradores necesarios, la línea de comunicación que quisieran establecer entre los políticos a los que sirven y los criminales en cuyas acciones se apoyan estos no es posible con estos criminales como lo fuera -o lo es- con otros...

Para acercarse lo más posible a ese conocimiento, disipando toda duda racional e impidiendo toda especulación -siempre razonable, en los términos usados por Unamuno-, hubiera sido preciso interrogar a los siete criminales suicidas de Leganés (vid. foto publicada por El Mundo)

Entre otras circunstancias, sigo sin saber nada sobre la autoría intelectual de la orden dada al Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional para asaltar el piso donde esos criminales estaban apostados el 3 de abril de 2007. Al efecto, en la dicha sentencia, el acrónimo GEO no aparece.

Ese desconocimiento -del que participamos la inmensa mayoría de los españoles- facilita el que Al Qaeda y sus franquicias sigan su guerra contra nosotros con márgenes de impunidad que les hemos otorgado y mantenido durante años.

No quiero que nadie siga dando guerra, ni uno, ni veinte, ni cuarenta años, aunque sea con carácter intelectual.

Dicho lo cual, la mentada sentencia abre un camino para minorar, en adelante y de izquierda a derecha, alguna lamentable característica del sistema judicial español valorada en los siguientes términos por un hoy antiguo Ministro de Justicia mucho tiempo antes de que sucedieran los hechos juzgados en la misma:

"Empero, comoquiera que sea, es más que probable que un pintoresco subproducto de este cuadro cultural con altas cotas de cinismo resida en la conjugación -en éste como en otros planos- de una ventajista mixtura de potencialidades garantistas del "sistema" con el aprovechamiento de los recovecos y trampas de los que se encuentra empedrado el abigarrado sistema ordenamiento procedimental español. En la medida en que las leyes de enjuiciamiento españolas ofrecen múltiples tretas ad hoc, rampas, clavos ardiendo, madrigueras e invernaderos más o menos convenientes al interés de cada cual, no es un secreto para nadie que el recurso judicial, el recurso ante el recurso y la denegación del recurso, la queja, la reforma y la apelación ante las resoluciones (la práctica totalidad de las providencias, autos, sentencias no revestidas de firmeza), son no ya un lugar común, sino imperativos lógicos de la conducta en el medio profesional que circunda a la Justicia". (Juan F. López Aguilar. La justicia y sus problemas en la Constitución. Madrid: Tecnos: 1996; pgs. 238 y 239)

Por todo ello, contra Al Qaeda y sus franquicias, reclamo lo mismo que para otros: Contra ETA: a De Juana como a Hess.

P.S. Léan, por favor y por sus hijos, críticamente, "Making Riflemen from Mud: Restoring the Army's Culture of Irregular Warfare"

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