Lo peor no es asaltar montes fortificados -en primer plano, el de Suribachi, durante la batalla de Iwo Jima, que duró tres semanas más ya en el llano- sino confirmar, una y otra vez, que las ideas preconcebidas confieren a los cerebros la densidad del hormigón, armado o no.
A veces, lo que hay es el vacío en la oquedad de la cabeza; casi siempre, las caras que acompañan tales cerebros son del dicho material.
Y sólo en poquísimas ocasiones puede observarse cómo el mensajero le conviene al medio y el medio le conviene al mensajero
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Alonso: "Todo va a depender de la gasolina" : lo dijo el chófer asturiano de la escudería McLaren antes de ganar el Gran Premio de Fórmula I en Malasia.
En general, de aquí a que se convoquen elecciones generales en España, todo también dependerá de la gasolina, del hormigón dicho, de las numerosas hipotecas con el pasado y con el futuro, con los cálculos de beneficios cruzados... y, sobre todo, de los ciudadanos.
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Anoto la nueva residencia electrónica de Luis Solana, manteniendo como mantenemos nuestras discrepancias aunque ambos estemos a la derecha de Carlos Solchaga y a la izquierda de Tony Blair.
Y también la de Guerra y Paz, del bueno de Moeh, una bitácora que desde el sur de Tánger no sé si lleva al cielo, pero pasa por Madrid y el resto del orbe con muy fina capacidad de observación, por más que a veces servidor no tenga la misma óptica.
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