En un alto, leo Tres veces en la misma piedra, de Francisco Rodríguez Adrados, de las Reales Española y de la Historia.
En sí misma, la opinión del académico me merece el mismo respeto que la del pollero de la esquina pelando pollos o la de la taxista escuchando la COPE o la SER.
Tras haber identificado "intentos de negociación", siempre destinados al fracaso, con "piedra", me llama la atención la frase con la que cierra su entrega: Y que nadie vuelva a la tentación de tropezar en esa misma piedra. Edificar sobre ella.
Desisto tanto de interpretar el fondo de su aseveración como de suponer cuál es el futuro qué pueda construirse firmemente sobre una tal edificación.
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La disgresión: es curioso observar cómo el GMC Otter I, y su hermano, el C15TA, canadienses de 1943, y el Dingo II, alemán de 2006, responden con parecidísimas arquitecturas a necesidades similares.
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