11/01/2006

¿Padece el GEES el 'síndrome Letizia'?



Hasta ahora, los más reputados departamentos de salud mental, junto a las más inquisitivas vecinas de corralas, habían identificado claramente el llamado 'síndrome Letizia' en sus dos variantes principales junto a una única variante subsidiaria de la que existe un único caso descrito.
El 'síndrome Letizia', como desequilibrio mental público que es, se reconoce:
  1. En su primera variante principal, como aquel que padecen aquellas muchachas en edad de merecer que, al conocer la elección matrimonial del Príncipe de Asturias, se dijeron aquello tan castizo de ¿qué tendrá esa tía que no tenga yo?
  2. En la segunda, como aquel que padecen las parentelas de las dichas muchachas en edad de merecer que, encabezadas por mamas, yayas, tatas, ayas y amas de cría unidas en despecho, se dijeron ¿qué tendrá esa tía que no tenga mi niña?, y
  3. En la variante subsidiaria, aquel del que, como se ha adelantado, sólo hay un caso único registrado: el de Jaime Peñafiel, afectado también por el síndrome producido por la aplicación a su persona de la verdadera norma que dirime quién tiene poder en España y quién no: "quién no sale en el 'Hola', no existe".

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Servidor, leyendo a GEES, en ocasiones encuentra elementos para sospechar que, sin tomar por objeto de sus obsesiones a la persona de la Princesa de Asturias (q.D.g.), dicho grupo padece no pocos de los síntomas y bastante del origen del problema, según se refleja en sus comentarios diarios de urgencia.

Tal es el caso hoy, día de Todos los Santos, de Afganistán y Líbano. Atrapados en la incoherencia, en especial cuando afirman:

"Puesto que nuestro Gobierno ha dado garantías a la ciudadanía de que nuestros soldados no corren riesgo y de que su misión es pacífica, puesto que para los socialistas es inaceptable que se produzcan bajas, se ha hecho lo que cabía esperar: enviar a nuestros responsables de inteligencia para que lleguen a acuerdos con los jefes locales y personajes vinculados al mundo talibán que garanticen el bienestar de nuestros hombres. Ellos no nos atacan y nosotros nos comprometemos a no molestarles, que apunten hacia otro lado. ¡Faltaría más! Esa es nuestra forma de respetar las resoluciones del Consejo de Seguridad, porque la España de ZP sí que apoya a Naciones Unidas. Esa es nuestra forma de entender la Alianza Atlántica y la solidaridad entre sus miembros. Esa es nuestra forma de ayudar a la reconstrucción de Afganistán. Esa es, en fin, nuestra forma de combatir el terrorismo".

En toda campaña de pacificación -como las que sostuvo España en Marruecos desde 1906 antes de Annual y después de los desembarcos de Alhucemas hasta la independencia de Marruecos hasta 1956- la labor primordial de los oficiales civiles y militares de inteligencia sobre el terreno es tratar con la gente y sus líderes.

Al margen de calificaciones políticas sobre las voluntades y objetivos de sus respectivos gobiernos, esa labor está prescrita en los manuales de campaña -convencional o no- de todos los ejércitos occidentales.

Por ejemplo, si cierto santón neo-con ya olvidado por GEES, Paul Bremer, hubiera actuado como pro-cónsul 'halcón' en Bagdad que fue de acuerdo con las recomendaciones de 'las palomas' -sus oficiales de inteligencia- y con las lecciones universales recogidas en todos los reglamentos prácticos, habría pactado con sectores del vencido Estado iraquí manteniendo estructuras y capacidades humanas que hoy se reconocen ya que eran insustituibles para garantizar el orden público.

Tal vez, la pacíficación de Iraq estará más avanzada, habría obtenido mejores resultados para los intereses occidentales y el número de muertos estadounidenses sobre el terreno no sería exhibido por grupos de sectarios en el seno del Partido Demócrata cara a las 'midterms'...

Precisamente, de los argumentarios de esos sectarios se hace eco hoy M.A. Bastenier con Los 3.000 de Irak en El País, una pieza que tiene su equivalente en la publicada el 22 de agosto pasado por GEES, Líbano: ¿La tumba de Zapatero?, que ya fuera objeto de crítica en este minarete personal en los mismos términos que se hoy se merece Bastenier: no se puede utilizar a los muertos.

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Al cabo, el 'síndrome Letizia' lo padecen quienes tienen frustración en sus aspiraciones: tal es el origen del problema. Una consecuencia: la falta de pensamiento crítico, mal cubierta por la imaginación y la creatividad, que anula toda capacidad de análisis riguroso y eficiente.

Es una verdadera lástima que el GEES se deje arrastrar en demasiadas ocasiones hacia prácticas demasiado comunes entre sus oponentes idelógicos - ¡ay!, mis correligionarios - que también se creen en posesión exclusiva de la verdad y de la bondad.

¿Será por sus comunes orígenes románticos?

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P.S. A medida que los diversos procesos judiciales avancen y vayan confluyendo en la conexión marbellí, tenderán a aparecer más osos en las estampas y altavocías que controlan los malayos.

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