Apenas con dos días de estancia intermedia en Madrid, los últimos catorce he viajado por Israel y la frontera de El Líbano y he participado en una reunión de diplomacia pública en la sede de la OTAN en Bruselas.
No hay resumen posible, sólo una serie de preguntas para las que no tengo respuesta.
- El despliegue de unos cuatro mil combatientes europeos en El Líbano en una misión de mantanimento activo de la paz bajo mandato de la ONU, sin apoyo de la OTAN, ¿supone la demostración de que la Unión Europea está en disposición de establecer una Política de Defensa y de Seguridad Común creible?
- Confirmada por todas las fuentes la existencia de gas y petróleo en la inmediatez de las aguas territoriales españolas entre el Mar de Alborán y la plataforma canario-sahariana, ¿dispone España de una estrategia integral para su explotación que salve los intereses de los países socios y aliados, salvaguardando al tiempo los de los vecinos del Magreb?
- Dada la previsible conflictividad en Afganistán, que incluye episodios de desencuentro entre socios y aliados de la OTAN, ¿han sido capaces los sucesivos gobiernos españoles del PP y del PSOE de explicar a nuestra opinión pública la relevancia de la misión que cumplen nuestras tropas en el complejo entorno de aquel país?
- Dada la agenda de la inminente presidencia alemana de la Unión Europea durante el primer semestre de 2007, volcada en los asuntos del Este de Europa, desde el Oder-Neise hasta los Urales, ¿que opciones tienen los países mediterráneos de la Unión Europea para hacer patente el riesgo creciente que se detecta en la Gran Cuenca Mediterránea, que se puede fijar entre el sur de la línea Danubio-Rin y el norte del Ecuador de África?, y
- Si aceptamos que las anteriores cuatro cuestiones tienen relevancia para nuestro futuro inmediato, a fijar para 2010 y 2013, ¿por qué el debate periodístico y académico español huye del tratamiento de estas y seguimos entretenidos en los dimes y los diretes banales a los que asistimos?.
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