8/14/2006

Líbano: ¿una gran emboscada?

En tanto se conocen los detalles de la emboscada tendida, según Europa Press, a un vehículo camuflado de las fuerzas españolas destinadas en Afganistán a 30 Km al sur de Farah, bajo mandato de la ONU y responabilidad OTAN, es preciso anotar algunas cuestiones relacionadas con el inminente despliegue de más tropas multinacionales bajo mandato de la ONU en el Líbano.
Javier Solana, en rueda de prensa sostenida junto a la ministra de Asuntos Exteriores de Israel Tzipi Livni, ha recalcado que la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de las ONU encuadra la misión de la fuerza multinacional que ha de servirla dentro del Capítulo VI de la Carta de las Naciones Unidas y no dentro del Capítulo VII.
La diferencia es sustancial. El Capítulo VI se refiere al arreglo pacífico de controversias para el que no se hace preciso previsión alguna del empleo de la fuerza por parte de la comunidad internacional para generar la voluntad de paz entre las partes en conflicto. El Capítulo VII, que prevé las acciones a tomar en caso de amenazas a la paz, quebrantamientos de la paz o actos de agresión, contempla claramente la imposicion por la fuerza de la paz.
La resolución 1701, pués, se encuadra políticamente en la misma línea conceptual que las anteriores resoluciones de la ONU sobre el Líbano. Pero, como decía el Conde de Romanones, "haced vosotros la ley, que yo haré los reglamentos".
Como ha recalcado Gaspar Llamazares, líder de Izquierda Unida, formación que tiene lazos orgánicos con el partido Baaz que gobierna Siria, las reglas de enfrentamiento que deberá seguir las fuerzas multinacionales que refuerzen el actual -e inútil- despliegue de la FINUL (Fuerza Interina de las Naciones Unidas en Líbano, desde 1978) deberán consentir sólo la asistencia al desarme de todos los grupos armados presentes en el País del Cedro (Capítulo VI) pero no desarmar efectivamente, incluso ante una agresión directa, a dichos grupos (Capítulo VII).
Mariano Rajoy, líder del Partido Popular, formalmente pro israelí, requiere por su parte una interpretación menos restrictiva de las reglas de enfrentamiento aún en el marco del Capítulo VI. Dado que se contempla en la resolución 1701 por enésima vez el despliegue del Ejército regular libanés en el sur de su territorio como garantía del desarme final de los grupos irregulares armados y de seguridad para sus vecinos, la FINUL expandida que ha de colaborar con dicho Ejército debe proporcionar asistencia operativa plena para lograr ese fin, con todas su consecuencias.
La citada ministra Livni se ha mostrado muy de acuerdo con la amplitud del marco de acción de la FINUL establecido y legitimado con la resolución 1701. Gracias a sus argumentos, ha ganado por estrecho margen la votación interna del gobierno israelí para tomar o no la decisión de aceptarla. Poco sabemos del proceso de toma de decision de las partes libanesas presentes en el conflicto.
Lo que en todo caso se puede ir avanzando es que, en la Babel que es la FINUL, la presencia de europeos se incrementará sustancialmentel. A falta de británicos y estadounidenses -que se reservan y no son queridos por Hízbullah y sus socios internacionales- Solana apunta que pueden acudir australianos y canadienses. Malayos e indonesios, según Solana, también pueden sumar efectivos a la FINUL expandida, contribuyendo con tropas musulmanas a su composición.
Al parecer, será el Consejo de Ministros ordinario del próximo día 25 de agosto cuando se decidirá elevar al Congreso de los Diputados la petición formal de autorización para empeñar a tropas españolas en la FINUL. Hasta entonces, toda una red de negociaciones multilaterales y bilaterales será tejida por nuestra diplomacia para concretar y garantizar las formas y las fórmulas de la participación de tropas españolas en apoyo de la resolución 1701.
Sobre el fondo y las implicaciones a corto, medio y largo plazo de esa participación, es muy deseable que el presidente del Gobierno de España despache con el Estado Mayor de la Defensa, conforme a lo previsto en la Ley.
No hay característica más propia en los asuntos libaneses y conexos que la irrefrenable tendencia de todos los contendientes e interesados a montar grandes emboscadas a los no avisados.

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