Mis amigos judíos me confirmaron esta semana que los más rebeldes e irreverentes de entre ellos en Israel bromean con el antedicho Día y se exhiben en todo tiempo y lugar con unas camisetas que expresan la celebración del Día del Orgullo "Goi". Conviene aclarar que, en hebreo, el término "goi" es usado, muchas veces con ánimo despectivo, para denominar a los gentiles, los no nacidos o no convertidos al judaísmo. Católico como soy por formación, asumo la broma como cosa propia.
En línea con tales alegrías, pero escribiendo muy en serio, tengo una propuesta que hacer en favor de la igualdad entre géneros y la buena convivencia. La elevo, pués, con la esperanza de que llegue a Bibiana Aído y resuelva lo procedente.
Homo o heterosexuales, los varones padecemos una monstruosa y cotidiana discriminación arquitectónica, causante por cierto de no pocas disputas en los domicilios particulares en los que convivimos con mujeres y con hombres.
En los cuartos de baño y aseo de los domicilios particulares, de oficio, hay retretes de asiento, lavabos, bañeras y/o placas de ducha. En los edificios de habitación, desde hace más de treinta años atrás -cuando se promulgó la Constitución que a todos y a todas nos iguala en España-, hay bidéts, util invento francés del baño de asiento. Incluso, en las más recientes promociones, hidromasajes y saunas de hogar son opciones a instalar sin demasiado sobrecoste.
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