Frente a la incongruencia del PP -especialmente entre los que entre sus filas se dicen católicos- no he de callar.
A nadie se le debe prohibir ni reglamentar de modo infame cómo ha de vivir su vida y, caso de tenerla, su fe.
Servidor tiene a su abuela paterna, mujer vascongada y valiente, enterrada en convento de clausura en la ciudad de Toledo. Quienes han seguido mi trayectoria vital -clero y laicos- saben en que circunstancias ocurrió todo. Al menos, la gracia -quiero pensar que otorgada por un Dios benevolente- permitió a aquella abuela conocer y tocar a sus nietos a través de la reja de dicho convento. Sé que murió en paz...
Dicen los voceros del PP que el velo islámico debe ser regulado, no atreviéndose a decir que prohibido. Aducen el ejemplo de la Francia republicana que impuso la escuela laica a sangre y fuego, usando de la gendarmería y de las masas enloquecidas. Luego se quejarán del laicismo de muchos de mis correligionarios del PSOE...
A nadie, ni en Kenia -foto de agustinas recoletas en misión- y en ninguna parte le debe ser prohibida ni regulada de forma infame, a nadie, la libre y voluntaria vivencia de su vida y de su fe. A nadie.
Y esta es mi fe, enraizada y expandida desde que Moisés trajo la Ley bajando del Monte Sinaí, la que defenderé en cualquier parte -armas en mano si es preciso- conforme a la ley positiva democráticamente establecida:
Si no cuido yo de mí, ¿quién lo hará?
Si no cuido de los demás, ¿qué soy?
Y si no es ahora, ¿cuándo?
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