Si uno no recordara cómo se despreció en principio la propuesta de Zapatero que condujo finalmente al Acuerdo por las Libertades y contra el Terrorismo, otorgaría mucho crédito al señor Ignacio Astarloa.
Si uno no conociera el entramado de tradiciones y de familias políticas que giran en torno y se benefician de la persistencia de ETA, aplaudiría la propuesta del citado don Ignacio en orden a que "no se trata de que el PSOE y el PP vayan al pacto que quieren los nacionalistas, sino que los nacionalistas vengan al pacto que habíamos hecho juntos".
Si el señor Astarloa, además de exigir "aplicar la ley, que la fuerza policial acorrale al terror y que la justicia los meta en la cárcel", propusiera la introducción de cambios legislativos sobre el terrorismo que evitaran para siempre las "neveras" en los juzgados correspondientes en línea con lo que proponía la llorada Carmen Tagle, se cargaría de razón.
Si don Ignacio señalara con firmeza, por ejemplo ante su buen amigo Sarkozy, hoy en Córcega, que Francia debe cooperar sin maniobras ni contrapartidas en la persecución de los terroristas de ETA que residen en su territorio, sería muy evidente su voluntad de victoria real y efectiva sobre la banda.
Si uno no recordara que don Ignacio Astarloa, Secretario de Estado para la Seguridad que era el 11 de marzo de 2004, jamás ha aportado nada que demuestre la participación de ETA en aquellos atentados, pero no ha desmentido taxativamente a quienes sostienen tal especie...
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Y si todos pensaramos y actuaramos contra ETA con el debido rigor democrático, ningún gallo nos cantaría.
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