Desde "La muerte tenía un precio", dirigida por Sergio Leone en Almería, hasta "Million Dollars Baby", está claro que Clint Eastwood no ha conocido ruptura epistemológica alguna; simplemente, ha perfeccionado su arte, su etica y, cabe suponer, su calidad como persona. Dicho esto, es uno de los pocos ejemplos de tío -"heterosexual, blanco y amante del jazz", cit. "En la línea de fuego"- de cuya expresión puede uno fiarse.
Con "Las banderas de nuestros padres", dicen en EE.UU., "lo ha vuelto a hacer"; y es de esperar que, con la segunda película sobre Iwo Jima que ha rodado y montado en paralelo con la estrenada el 20 de octubre pasado, lo volverá a hacer.
¿El qué ha hecho y hará?, se preguntará el amable lector de este minarete personal. Tengo claro que dar señal de lo que somos, seres humanos que en la paz y en la guerra debemos conocer nuestros propios límites personales para merecer hacer algo bueno en beneficio de nuestros semejantes.
No otro sentido tiene el silencio tenso que nadie como Eastwood sabe reflejar en la expresión de su rostro.
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Bardají, en su entrega de ABC de hoy, La guerra de verdad, vuelve a errar por enésima vez, ya desde el enunciado de su título.
Describe bien la geoestrategia de conflicto que los radicales islamistas armados, inteligentes y poderosos han sabido plantear, cada grupo o tendencia por su parte, a Occidente.
Se hace eco de modo insuficiente de la imbecilidad de Kerry, hábilmente manipulada y desfigurada por los propagandistas del Partido Republicano, y
Cautivo amante del concepto de Shock & Awe, plantea la victoria como resultado del exclusivo empleo masivo de la fuerza (militar, por supuesto)
Todas las guerras lo son de verdad, y como se verá en Granada la próxima semana, todas las guerras son asimétricas. Y en la presente guerra, los nuestros -entre los que cabe incluir a Bardají- han facilitado con sus errores la explotación de las condiciones asimétricas del conflicto general por parte de nuestros enemigos.
Por ejemplo, es un error sostenido en toda guerra afirmar que o se está con uno o se es enemigo de uno: así, se mina el consenso interno en torno a los objetivos y fines de la guerra y se dificulta hasta hacerla imposible la ampliación de las coaliciones externas que faciliten la victoria total que se pretenda.
Si Roma frente a los cartagineses o a los partos, la Monarquía hispana en América frente a sus múltiples adversarios o la propia OTAN frente a la Unión Soviética hubieran sostenido ese error, Bardají no podría escribir en ABC ni en ninguna parte sosteniendo sus actuales puntos de vista.
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Hubo quienes, en el seno del PSOE, frente a nuestros correligionarios, criticamos a Aznar en 2003, precisamente, por su falta de coherencia al afirmar que había que ir a la guerra y, al tiempo, rehuir disponer los medios sobre el terreno y no sólo en Irak.
Jaleado por sus asistentes, Aznar se equivocó desde entonces hasta el final de su mandato, incluido el ejercicio del gobierno en funciones después del 14-M; su error: rehuir toda responsabilidad política interna sobre la preservación de la seguridad de los españoles y de nuestros aliados.
Quienes intentamos evitar, frente a la voluntad de nuestra dirección política y de la inmensa mayoría de los militantes del PSOE, la comisión de errores paralelos a los de Aznar y los suyos, poco podemos hacer, de momento, para sacar a Bardají y los neocons celtíberos de su sostenido error.
Tal vez nos ayude a todos, para evitar cometer errores y decir imbecilidades, la lectura del comentario de 2 de noviembre pasado, A Draft Might Help Us. Poor John Kerry. False debate and fake scandal, librado por William M. Arkin en su blog Early Warning, publicado habitualmente en The Washington Post, sobre el verdadero fondo de la crítica a sostener contra Kerry... y contra los huidizos neocon.
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P.S. Florentino Portero, felizmente recuperado de una racha de mala salud, en su reseña Neocons. ¿por qué los necesitamos?, anota que "Como ha señalado en alguna ocasión Manuel Coma, un neocon es un "realista" con principios".
Y para realismo con principios, sin necesidad de apuntarse a ningún banderín de enganche sectario o partidista, ahí está el libro Los Presupuestos de Defensa en España (1946-2006).
Un libro, cuya publicación, en primera versión datada en 2004, fuera rechazada por el Real Instituto Elcano, en cuya nómina figuraba entonces Manolo Coma, en tanto que director de su área de Análisis de Seguridad y Defensa.
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