Esta mañana de domingo, me he levantado y, tras leer el ABC, he descubierto en El País sendos artículos sobre la proliferación nuclear a propósito de la explosión de prueba realizada por Corea del Norte: El círculo del mal, escrito por Vicente Palacio y Mario Esteban, del OPEX de la Fundación Alternativas, y Negociación: la única salida, cuyo autor es Pablo Bustelo, del Real Instituto Elcano.
- Quien no suscribe las leyes internacionales como lo es el Tratado de No Proliferación (TNP) no está obligado a cumplir sus preceptos y previsiones para su cumplimento, caso de los citados Israel, Pakistán e India. Quien si lo ha hecho, como Irán, debe cumplir con todos y cada uno de los mismos sin excusas ni excepciones.
- Tanto India como Pakistán han confirmado en declaración política oficial pública que disponen de armamento nuclear: por el contrario, Israel jamás ha confirmado o desmentido bajo dichas condiciones esa dicha posesión. Corea del Norte si lo ha hecho y se supone que Irán, habiendo suscrito el TNP, no tiene necesidad alguna de realizarla, como en su día no tuvo que hacerlo Irak
- El arma nuclear es el arma política por excelencia. Como ha señalado Manolo Coma del GEES en La Razón, citando a Brodie, "Lo más importante del arma nuclear es su existencia", lo cual es cierto. Pero también lo es, y muy importante, el proceso para su obtención, mediando el suministro de materiales y de tecnologías y la voluntad política de hacerlo y, caso de exito, estar en disposición de usarla.
Buena parte de la llamada estrategia de la ambigüedad sostenida por Israel al respecto, sostenida por España desde finales de los 50 hasta mediados de los 80, copiada por Irak hasta 2003 y por Irán hoy, reside en la utilización política de los procesos precisos para obtener dicha arma o no.
En este punto reside otro doble rasero, no citado por los analistas citados y por la inmensa mayoría.
La proliferación de armas nucleares, como la del resto -biológicas, químicas y radiológicas- de destrucción masiva, que suelen olvidarse al tratar de los ecos de la bomba, depende no tanto de la voluntad política del proliferador sino de la voluntad práctica de los países y de las empresas proliferantes.
Son proliferantes los países y las empresas que asisten al proliferador en su voluntad, proporcionado saberes y materiales precisos u ocultando, tras consignas y acciones públicas activas, los procesos en curso.
Señalemos algunos ejemplos:
- Si Israel está en disposición teórica de disponer del arma nuclear desde inicios de los años 70 del pasado siglo, lo es porque Francia le suministró los medios precisos desde 1956 hasta 1967.
- Si Irak estuvo en dicha carrera hasta 1991 en la práctica fue porque Francia, la Unión Soviética y la Argentina la habían asistido con conocimientos y medios para ello.
- Si Libia contaba con armas biológicas y químicas, junto a facilidades para su producción a finales de los años 90, fue porque la Unión Soviética, empresas europeas occidentales e incluso la Unión Sudafricana del apartheid, auxiliaron a Gadafi.
- Si Egipto estuvo alguna vez en la carrera para desarrollar, independientemente de la Unión Soviética, armas de destrucción masiva y vectores para su lanzamiento, lo hizo porque a primeros de los años 50 del empresas hispano-alemanas transfirieron al régimen Nasser muchos conocimientos e, incluso, diseños precisos.
- Si Corea del Norte ha hecho estallar su bomba, no será por falta de asistencia en su día para su obtención por parte de China continental y de Pakistán
- Si Irán...
En la proliferación de armas nucleares y la del resto de armas de destrucción masiva no existe un único 'doble rasero' para la evaluación, represión y, en su caso, condena pública... o privada.
En realidad, existen tantos raseros, "en función de criterios ideológicos y geopolíticos" tan diversos, por no hablar del mero interés crematístico, como proliferadores potenciales y proliferantes activos hay.
Una vez más, estamos ante el caos.
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